En un recóndito lugar de un punto cercano, la gente vivía con sencillez y armonía, porque la gente era buena gente: serviciales, honestos, legales… Aunque eran tiempos estrictos y rigurosos con los comportamientos y la moral, y por ello, cargados de miedos y llenos de temores frente a las consecuencias de las despiadadas críticas que empujaban al desprecio más incompresible.
Esta historia comienza con la boda de una joven muchacha que se siente obligada a casarse con un hombre algo más mayor, asunto de los mayores. Ella una muchacha presumida y fina, poco dada a los trabajos duros del campo, cosa que sí se le exigía a la hermana pequeña que se siente discriminada porque, además, la vestían con tela de sacos de papas y la hacían trabajar más que al hermano menor, que era el niño consentido y mimado por ser el único varón.