Tenoya está situada en la zona norte de la isla de Gran Canaria rodeada de barrancos, ha crecido en una zona montañosa caracterizándose por la gran cantidad de lomas. No hay unanimidad sobre el origen del nombre de Tenoya. Se conocen dos teorías: una la hace derivar del nombre de una princesa aborigen, Thenesoya, hija del Guanarteme de Gáldar, y la segunda que deriva de un árbol de la laurisilva, el mocán (visnea mocanera) que produce unos frutos que los aborígenes llamaban «yoya» y con la que fabricaban un licor que amasaban con gofio. Tenoya, actualmente barrio capitalino del Excelentísimo Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria (jurisdiccional, jurídica y políticamente), a este municipio pertenece desde el año 1939 al fundirse en el San Lorenzo al que estaba integrado desde el siglo XVII. Anteriormente pertenecía a la Parroquia de San Juan Bautista de Arucas. Eclesialmente, es denominada Parroquia el 8 de Diciembre de 1937 por el Excelentísimo. Sr. Obispo Don Antonio Pildain y Zapiain, con el nombre de «Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación de Tenoya».
Tenoya pertenece al municipio de Las Palmas de Gran Canaria, pero por su historia, tradiciones y cultura, Tenoya se identifica más como pueblo que como barrio. Tenoya tiene historia propia ya que ha tenido un papel protagonista en la Historia Aborigen de Canarias. En esta zona ya habían habitantes desde antes de la Conquista de las Islas como cita en su Crónica dedicada a los Reyes Católicos, Don Andrés Bernaldez, sacerdote e Historiador español (1450-1513) que era Cura de los Palacios, Sevilla. En dicha Crónica afirma que: «había en la isla de Gran Canaria 35 poblados aborígenes», uno de ellos Tenoya.
El Valle de Tenoya desde época prehispánica y por supuesto después de la conquista de las Islas fue camino y paso obligado para los desplazamientos al norte de Gran Canaria, en un principio con el denominado «Camino Real de Gáldar» que era el lazo de unión entre el Real de Las Palmas y la Corte de los Guanartemes, y posteriormente con el tráfico por la «Carretera General del Norte» que atraviesa el pueblo.
Si tenemos en cuenta que Gáldar fue la antigua capital prehispánica por haber sido la sede de los Guanartemes o reyes de la Isla, las tropas castellanas en los enfrentamientos con los isleños de la parte norte acaudillados por Doramas (hombre fuerte y valiente) dejaron sus huellas en el pueblo.
Los Guanartemes o Reyes de Gran Canaria conformaban su corte con los «guaires» escogidos entre los nobles de su pueblo. Bajo el título «Desafíos de los Guaires de Gran Canaria», cuenta que en cierta ocasión tuvo lugar en el Valle de Tenoya un combate entre Adargoma, guaire de Gáldar, contra Gariraigua uno de los guaire de Telde, a fin de decidir determinados agravios entre los vasallos de ambos reinos.
La historia de Tenoya es muy interesente… En cuanto a la agricultura, decir que la fertilidad del valle trajo la prosperidad a su gente, ya que fueron diversos los productos que se cosecharon por la zona: la caña de azúcar, algodón, la cochinilla, el tabaco, la vid, cereales, tomates, plataneras y algunos más… Pero como los tiempos se suceden entre vacas gordas y vacas flaca, Tenoya no escapó de terribles epidemias que mermaron considerablemente su población, pero ha sabido superarse de todos los contratiempos. Hoy en día no tiene la frondosidad de antaño y los tenoyeros tienen que salir fuera a trabajar y por eso le denominan «pueblo dormitorio».
Signos emblemáticos de Tenoya: El Túnel que se levantó con la ayuda de la ciudad de Arucas en el año 1890, es el más antiguo de Gran Canaria y el «Puente de dos ojos» que permite cruzar el barranco y enlaza con el norte de la Isla, fue construido en al año 1838, ambos proyectos diseñados por el ingeniero de caminos y puertos D. Juan de León y Castillo.
A finales del siglo XVII, superadas las penurias, se inicia una expansión de la población que ya es capaz, por su número y posibilidades económicas, de construir una nueva ermita que ponen primeramente bajo la advocación de San Pedro Apóstol y que con diversas reformas se conserva hasta hoy bajo la advocación de la Encarnación.
La ermita fue construida alrededor de 1670. Cómo ya he dicho, la advocación primitiva fue la de San Pedro Apóstol, aunque no se tiene la fecha exacta en la que la imagen de San Pedro aparece en Tenoya, y tampoco se sabe a ciencia cierta en qué momento aparece el culto a la Virgen de la Encarnación. La nota más antigua de su advocación la tenemos en el «Cuadrante de misas servideras en la ermita de San Pedro» en el que aparecen multitud de misas impuestas a dicha advocación en al año 1769.
Hacemos constar que ya a mediados del siglo XVIII existía la Cofradía de Ntra. Sra. de la Encarnación.
Tenoya es un pueblo mariano… Como Patrona veneran a la Excelsa Madre la Santísima Virgen de La Encarnación, cuya fiesta litúrgica tiene lugar el 25 de Marzo, pero desde mediados del siglo pasado pasó al 15 de Agosto, fecha en el que la iglesia celebra la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María. Este idea fue del párroco de entonces que viendo que con la llegada del verano todo el pueblo se iba a pasar los domingos a la playa y dejaban de ir a misa, debió pensar que habiendo fiesta la gente no iría a la playa y no se le ocurrió otra cosa que pasar las fiestas patronales del mes de Marzo al 15 de Agosto, con este cambio consiguió su propósito y hasta el día de hoy conserva esa fecha.
Tenoya está ahora de fiesta, lo cristiano y lo lúdico se dan la mano para vivir con alegría los festejos patronales, y en el corazón de la celebración está el amor a la Madre la Virgen de la Encarnación.
Unos de los eventos culturales con los que cuentan este año es la exposición «GirasoLuz» obra de mi querido amigo Felipe Juan, el pintor de la ‘luz’. Con sus pinceles plasma en sus cuadros toda la fuerza, la luz y belleza de los colores pasteles. Su pintura nos presenta paisajes interiores de gran profundidad y en continuo movimiento que te envuelven y te arroban los sentidos. Traspasa el aura terrenal y te eleva a lo místico, llevándote a un mundo de ensoñación donde encuentras espacios de serenidad vital.
Él dice: «la amistad con la pintura me ha ayudado y ayuda a encontrar el camino de búsqueda interior…»
También el Crítico de Arte D. Manuel Pérez Rodríguez, entre sus muchas opiniones ha dicho: «Nos impulsa al afán de dirigir la retina hacia la luz que ilumina las ganas de vivir y perfilar la vida con autenticidad… Expresa toda una lección de amor a lo grande y positivo de la vida…»
Hay que decir que Felipe Juan magnifica las artes, en un ser único y especial que quiere y se deja querer, convierte todas sus exposiciones en un acto multidisciplinar, aunando disciplinas artística: pintura, música y poesía; gesto noble y poco usual entre otros artistas, digno de imitar y por el que yo, como poeta, le estoy muy agradecida.
Esta obra emanada desde la luz interior del artista y que refleja el sosiego y la armonía de una vida equilibrada, estará expuesta en la Casa de la Cultura de Tenoya desde el 31 de julio hasta el 15 de agosto. Quedan todos invitados. ¡Les esperamos!
Fotografía: Alejandro Dieppa León.
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