Dicen que es de bien nacido ser agradecido… y yo soy bien nacida y soy agradecida.
La gente que deja huella
recibirá homenajes.
Por su trabajo bien hecho.
Por su duende y por su arte.
Hay muchas personas incansables, abnegadas y luchadoras que se pasan la vida trabajando altruistamente, por la salud, por la cultura, por la educación, por el medio ambiente. Gente solidaria que se olvida de vivir su vida para dedicarse a los demás, con el único objetivo de conseguir cotas de igualdad y mejoras de salubridad para que los colectivos más desfavorecidos vivan dignamente, y que nunca recibirán un reconocimiento-homenaje a su inconmensurable labor.
Los reconocimientos, por desgracia, se hacen después de muertos o cuando se está viejo o enfermo y para ello hay que haber hecho muchos méritos. Yo, ni me he muerto, ni soy tan vieja, ni he hecho tantos méritos pero… mi pueblo, Juncalillo, en estos días, dentro de las fiestas patronales, me ha hecho un reconocimiento-homenaje y aún no me he repuesto de la grata sorpresa.
Dicen que yo, como poeta de la cumbre, llevo a mi pueblo, Juncalillo, por donde quiera que voy. ¡Claro que sí…! Por dónde quiera que vaya llevaré el nombre de mi pueblo, porque estoy muy orgullosa de mis raíces, de mi cuna, de mi gente y de los aires de mi cumbre. Yo no puedo renunciar a mis raíces, sería como renunciar a mi identidad. Volvería a nacer por nacer de nuevo en el tiempo y lugar, para vivir nuevamente lo que he vivido con mis padres, rodeada de naturaleza, de vida sana y de gente buena, noble y sencilla. Mi pueblo y mi gente están presentes en la memoria de mis mejores recuerdos y por eso les canto en mis poemarios y en cualquier acto que requiera mi presencia.
Quiero recordar que Juncalillo me ha concedido el gran honor de ser Pregonera de las Fiestas Patronales en 2003. Esa invitación supuso para mí una gran alegría, porque me dio la oportunidad de rememorar las remembranzas de mi pueblo. Rebuscar en la memoria es un ejercicio muy reconfortante y gratificante. Sentir vibrar las emociones a través de vivencias que se reavivan en el tiempo, te arraigan con más fuerza a tus raíces. Esas raíces a las que no puedes renunciar porque sería como renunciar a tu identidad y quien renuncia a su identidad se renuncia a sí mismo. Las Fiestas Populares son la «identidad de un pueblo» donde se manifiestan los sentimientos que brotan de las raíces. Juncalillo huele a pueblo, a pueblo cristiano, trabajador y unido y su identidad se mantiene viva en sus tradiciones y modo de ser de su gente. Le canto a mi pueblo y a mi gente porque forman parte de mi vida. Allí recibí los mejores regalos, las mayores riquezas del paraíso. Allí, «he tocado el cielo y he visto a Dios».
Soy de un lugar donde nace el amor, nace la paz. Allí puedes encontrar en el aire, en el sol, en la brisa del alba, a tu creador…
¡Gracias Juncalillo! ¡Gracias paisanos! Gracias por emocionarme, (aunque mi humilde persona todavía tiene que hacer muchos méritos) sí que quiero agradecerles el enorme cariño que me tienen y el honor tan grande que me han hecho, pero quiero decirles que el honor es mío por tenerlos entre mis queridos amigos-hermanos.
Cuando el recuerdo se hace imagen,
porque recordar es revivir,
volando se va mi pensamiento
al lugar donde nací.
Veo a la gente en sus labores.
Veo a los niños jugando.
Veo un campo lleno de flores.
Veo rebaños pastando…
Mis queridos juncalillenses, con la emoción que me embarga permitirme que el acto tan entrañable que me han ofrecido lo comparta con mis padres: Margarita y Froilán, ellos son la razón de mi existir. Sé que su alegría ha sido infinita allá en el infinito dónde me esperan y seguro que se sienten muy orgullosos de su hija, también de su pueblo y de su gente. En su nombre y en el mío de nuevo… ¡GRACIAS!
… Mauro… yo soy maura
porque nací en la cumbre.
Abrigada por Tamadaba.
Cantos de agua. Cuna verde…
MIS CAMINOS AMADOS
Allá perfilo el pinar
en una noche serena
y en el cielo limpio y claro,
bailan luceros y estrellas.
Y a mí me baña la luna
por mis caminos amados,
dónde mis padres y yo
fuimos nacidos y criados.
Andando por mis caminos
veo marcadas las huellas,
que me atraen como imán
y me amarran a mi tierra.
Tierra donde mis raíces
brotaron en una cuna,
con las nanas de mi madre
y de mi padre, la ternura.
Aún siento aquel calor
y el abrazo de mi cueva.
Lo llevo en mi corazón
guardado, hasta que muera.
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