A Calcuta la llaman
la ciudad de la alegría
porque allí madre Teresa
a todos da compañía.
Nadie pensaría al verla
que tuviera tantas fuerzas
para trabajar incansable
por los más pobres de una raza.
Aparentaba ser seria
pero con sentido del humor,
piadosa y voluntariosa
siempre repartiendo Amor.
Desde su condición de pobre
le sobraba caridad
y con un gesto de ternura
sirvió al pobre de verdad.
Por profesión era del mundo
por corazón, de Jesús.
Con el poder de la fe
al mundo llenó de luz.
«Soy una gota de alivio
en un mar de sufrimiento»,
para el enfermo y con hambre
y para el que se está muriendo.