miércoles, 7 de abril de 2010

La cruz es signo de amor

Una cruz en un rosario.


Esta semana ha sido muy intensa en todos los sentidos: Intensa en mensajes, simbolismo y contenido donde se ha manifestado en plenitud toda la majestad, la fuerza y el poder de la gloria de Dios. En este Triduo Pascual, los cristianos asumimos todo lo que Cristo sufrió y padeció, su dolor es nuestro porque nuestras son las culpas. La Cruz es ofrenda, regalo, Cristo en la cruz del Amor la Verdad y la Vida. La cruz es nuestro escudo frente al pecado y sustenta todos los valores para llevarnos al misterio del corazón de lo humano y lo divino.

Cristo muere y de la cruz brota la nueva vida la que vence a la muerte, por eso la cruz es el símbolo más hermoso del creyente, aunque yo diría que la cruz no es un símbolo, la cruz es signo de amor y de perdón, en si misma… el amor infinito.

La cruz no puede ofender a nadie, porque de ella irradia el amor fraterno, la entrega incondicional, la humildad, el perdón, la esperanza. Al resucitar, Cristo nos ha liberado del pecado y de la muerte. Cristo está vivo… La cruz nos recuerda que tenemos que ser humildes, perdonar y amar.

España es un país que ha reconocido en Cristo el verdadero sentido de la vida. La cruz es fruto del amor, cada uno es libre de creer o no creer, pero España no puede o no debe romper con la cruz haciéndola desaparecer de la vista.

España es un pueblo de creyentes… España es un pueblo de fe, aunque el gobierno se empeñe en apagar la Llama que indica el Camino que conduce a la Verdad. España adora la Cruz, aunque el gobierno quiera hacerla desaparecer de las escuelas, y no podrá arrancar las raíces del alma de los españoles.

Para justificar la pretensión de hacer desaparecer los crucifijos de la faz de la tierra, no se puede argumentar lo de… «para no herir sensibilidades», cuando el gobierno no muestra ninguna sensibilidad a las raíces y tradiciones de España, aunque yo a la fe no la llamo tradición, la fe trasciende a la inmensidad del alma y se escapa a los que no quieren sentir otra vida más allá de sus propias limitaciones.

Me gustaría que en España la Cruz esté presente en los templos, corone las montañas y que no falte en las escuelas para que nos recuerde que no hay nada más grande que el AMOR.

Importantes personajes de la historia se han rendido frente a la evidencia del amor, al ver su insignificancia frente a la sublime grandeza del omnipotente y omnipresente. Grandes pensadores razonando… Confesión de fe de grandes científicos que han declarado su firme convicción de la presencia de Dios:

Dios es grande, grande en su poder, infinita su sabiduría. Alábenle, cielos y tierra, sol, luna y estrellas con su propio lenguaje. ¡Mi Señor y creador! La magnificencia de tus obras quisiera yo anunciarlas a los hombres en la medida en que mi limitada inteligencia puede comprenderla.
Johannes Keples (1571-1630). Unos de los mayores astrónomos.

¡Quien vive en íntimo contacto con el orden más consumado y la sabiduría divina, no se sentirá estimulado a las aspiraciones más sublimes! ¿Quién no adorará al Arquitecto de todas estás cosas?.
Copérnico (1473-1543). Fundador de la mundovisión moderna.

Lo que sabemos es una gota, lo que ignoramos un inmenso océano. La admirable disposición y armonía del universo, no ha podido sino salir del plan de un Ser omnisciente y omnipotente.
Newton (1643-1727). Fundador de la física teórica clásica.

He visto pasar cerca al Dios eterno, infinito, omnisciente y omnipotente y me he postrado de hinojos en adoración.
Linneo (1707-1778). Fundador botánica sistemática.

Yo confieso la fe santa, apostólica, católica y romana. Doy gracias a Dios que me ha concedido esta fe, en la que tengo el firme propósito de vivir y de morir.
Volta (1745-1827). Descubrió las nociones básicas de la electricidad.

¡Cuán grande es Dios, y nuestra ciencia una nonada!
Ampere (1775-1836). Descubrió la ley fundamental de la corriente eléctrica.

Soy cristiano, o sea, creo en la divinidad de Cristo, como todos los grandes astrónomos, todos los grandes matemáticos del pasado.
Cauchy (1789-1857). Insigne matemático.

Cuando suena nuestra última hora, será grande e inefable nuestro gozo al ver a quien en todo nuestro quehacer solo hemos podido vislumbrar.
Gauss (1777-1855). Uno de los más grandes matemáticos y científicos alemanes.

La grandeza e infinita sabiduría del Creador la reconocerá realmente sólo el que se esfuerce por extraer sus ideas del gran libro que llamamos la naturaleza.
Liebig (1803-1873). Célebre químico.

Acabo mi vida con una convicción que brota de lo más hondo de mi corazón: la verdadera ciencia y la verdadera filosofía no pueden ser otra cosa que una propedéutica de la religión cristiana.
Robert Mayer (1814-1878). Científico naturalista (ley de la conservación de la energía).

De contemplar el cielo a Dios hay un trecho corto.
Secchi (1803-1895). Célebre astrónomo.

Jamás he negado la existencia de Dios. Pienso que la teoría de la evolución es totalmente compatible con la fe en Dios. El argumento máximo de la existencia de Dios me parece la imposibilidad de demostrar y comprender que el universo inmenso, sublime sobre toda medida, y el hombre, hayan sido frutos del azar.
Darwin (1809-1882). Teoría de la evolución.

Mi máximo respeto y mi máxima admiración a todos los ingenieros, especialmente al mayor de todos ellos: Dios.
Edison (1847-1931). El inventor más fecundo con 1.200 patentes.

Me hice creyente a mi manera por el microscopio y la observación de la naturaleza, y quiero, en cuanto está a mi alcance, contribuir a la plena concordia entre la ciencia y la religión.
Schleich (1859-1922). Célebre cirujano.

Lo declaro con orgullo: soy creyente. Creo en el poder de la oración, y creo, no solo como católico, sino también como científico.
Marconi (1874-1937). Inventor de la telegrafía sin hilos y Premio Nobel 1909.

Puedo de mi parte aseverar con toda decisión que la negación de la fe carece de toda base científica. A mi juicio jamás se encontrará una verdadera contradicción entre la fe y la ciencia.
Millikan (1868-1953). Gran físico americano y Premio Nobel 1923.

Todo aquel que está seriamente comprometido con el cultivo de la ciencia, llega a convencerse de que en todas las leyes del universo está manifiesto un espíritu infinitamente superior al hombre, y ante el cual, nosotros con nuestros poderes debemos sentirnos humildes.
Albert Einstein (1879-1955). Fundador de la física contemporánea. Teoría de la relatividad. Premio Nobel 1921.

Nada pues lo impide, y el impulso de nuestro conocimiento lo exige… relacionar mutuamente el orden del universo y el Dios de la religión. Dios está para el creyente en el principio de sus discursos, para el físico, en el término de los mismos.
Plank (1858-1947). Fundador de la física cuántica y Premio Nobel 1918.

La obra maestra más fina es la hecha por Dios, según los principios de la mecánica cuántica.
Schrödinger (1887-1961). Creador de la mecánica ondulatoria. Premio Nobel 1933.

La moderna física me enseña que la naturaleza no es capaz de ordenarse a si misma. El universo supone una enorme masa de orden. Por eso requiere una «Causa Primera» grande, que no está sometida a la segunda ley de la transformación de la energía y que por lo mismo es sobrenatural.
Hathaway. Padre del cerebro electrónico.

Por encima de todo está la gloria de Dios, que creó el gran universo, que el hombre y la ciencia va escudriñando e investigando día tras día en profunda adoración.
Wernher Von Braun (1912-1977). Constructor alemán-americano de los cohetes espaciales.

Como religioso, siento la presencia e intervención de un ser Creador que va más allá de mi mismo, pero que siempre está cercano… la inteligencia tuvo algo que ver con la creación de las leyes del universo.
Charles Townes. Compartió el Premio Nobel de física 1964 por descubrir los principios del láser.

Era casi un ateo prácticamente en mi niñez. La ciencia fue la que me llevó a la conclusión de que el mundo es mucho más complejo de lo que podemos explicar. El misterio de la existencia solo puedo explicármelo mediante lo sobrenatural.
Allan Sandage (1926). Astrónomo. Calculó la velocidad con la que se expande el universo y la edad del mismo por la observación de estrellas distantes.

Luis Pasteur, el inventor de las vacunas, era muy devoto del rosario, y se le podía ver en el transporte público rezando el rosario.

Siente el pensamiento, piensa el sentimiento. De qué vale buscar a Dios en los lugares santos, si donde lo has perdido es en tu corazón. Si somos capaces de reflexionar… dejemos actuar a nuestra alma que es más sabia que nuestra mente.

Fotografía: jam343, cc.

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