miércoles, 7 de abril de 2010

Euforias

Fuegos artificiales en el cielo de la noche.


El que no vive como piensa, piensa como vive. Los que me conocen saben que soy una persona reflexiva y comprometida. Comprometida con el tiempo que me ha tocado vivir, con mis principios y con mis pensamientos, por tanto, yo asumo que mi opinión, mis puntos de vista son fruto de mi modo de ver y mi forma de vida y no va a coincidir con la opinión de muchísimas personas, aunque si que puede llevarles a la reflexión y a la unificación de pensamiento, o no.

Los que escribimos nos hacemos visibles… Mi razonamiento me lleva a expresarme libremente y, al que lea mi opinión, solo le llevo a romper su silencio y luego a reflexionar… La opinión de cada persona es muy personal, basada en la experiencia de la vida, en los principios y valores individuales, fundamentados y orientados, en mi caso, por una ética y moral responsable.

Ya he dicho que a mi me gusta leer y escuchar a todos, pero mi opinión será razonada y valorada desde mi óptica lógica y comprensible, yo no me dejo llevar por euforias individuales y colectivas.
La seguridad personal nos la da la madurez y la madurez nos lleva a la firmeza de pensamiento, que no quiere decir, que se cierra el pensamiento sino, que nadie se puede adueñar de él.

Creo que la ciencia trabaja para ir conociendo el principio de las cosas para poder modificarlas o mejorarlas.
A día de hoy, existen sobre muchas cuestiones fundamentales, indicios, avances, hipótesis que apunta a una posibilidad, que sin llegar a aclarar del todo, sigue arrojando muchas dudas y surgiendo nuevas preguntas. El hombre ávido de saber, que fue primero… ¿el huevo o la gallina?, desea descubrir los misterios que su pensamiento no alcanza a entender y va siguiendo cualquier pista, por muy inverosímil que parezca, porque ahí ve la lucecita que le abre la puerta a lo inalcanzable.
Gracias a la tenacidad de muchos sabios, vamos evolucionando y despejando los caminos más insospechados, pero mientras no estén despejadas todas las hipótesis no hay nada seguro y por tanto, el trabajo no está terminado y las investigaciones no son concluyentes. En palabras de Sir John Maddox, físico y prestigioso periodista científico, «cada descubrimiento, al mejorar nuestros conocimientos actuales, también agranda las fronteras de la ignorancia».

¿A dónde vamos?, ¿de dónde venimos? Creo que son preguntas que nos acompañaran de generación en generación. Sí, hay algunas pistas… puede ser un antepasado común, puede ser polvo de estrellas, puede ser… lo que usted quiera, pero el conocimiento y la verdad están en poder del más Sabio. Sólo Él sabe de dónde venimos y a dónde vamos y no ha leído biología, ni astronomía, ni antropología, ni geología, ni…

Los humanos pertenecemos al reino animal y nos diferenciamos del resto, porque razonamos, si no fuera por ese don, ahora mismo no estuviéramos (entre líneas) llamándonos ignorantes por no compartir un mismo pensamiento. Nuestro conocimiento nos lo aporta la experiencia, lo estudiado, lo leído… En cuanto a leer… leeré lo que me plazca: la Biblia, el Quijote, poesía etc. El pensamiento es libre y cada cual es libre de creer o no creer sobre cualquier cuestión y, el hombre aún… es un misterio por desvelar.

Qué pena que nuestra memoria biológica no coincida necesariamente con los hechos históricos. En un año, la mente sufre una transformación considerable ya que la mente se relaciona con el significado, no con la información, porque si nuestra memoria del recuerdo se guardara como en un ordenador hoy conservaríamos todos los detalles de nuestro origen sin duda alguna. A nuestro alcance tenemos nuestros orígenes, lo más inmediato del proceso reproductivo de la evolución: nuestros padres, abuelos, bisabuelos y al llegar a los tatarabuelos… casi que perdemos el interés, es cansado remontarnos miles de generaciones, ya nuestros genes y ADN están seguros.

Las generaciones contemporáneas se lo vamos a dejar difícil a los investigadores para dentro de tres millones de años, para la continuidad y el seguimiento de la evolución, ya que casi no hay enterramientos porque pedimos incinerarnos, por eso, no van a encontrar tumbas que abrir, mejor dicho fósiles. Tampoco nos entierran con nuestras pertenencias, hoy todo se hereda. En la actualidad con respecto a los fósiles, según Yves Coppens, casi siempre se repite el mismo proceso: identificamos primero un cambio biológico en el esqueleto. Al poco tiempo descubrimos el impacto técnico —por ejemplo, una mejora en las herramientas— pero el cambio cultural, esquemas organizativos, etc., puede tardarse miles de años en averiguarse.

Pocas reacciones suelen mostrar tanta visceralidad y capacidad de contagio como las colectivas, que te empujan a ver el bosque en detrimento del árbol y, además se considera un mérito.
La euforia colectiva tiene el poder de transformarnos, y el peligro de contagiarnos, porque actúa como un narcótico y puede hacernos ver espejismos. Se embota la mente de tal forma que debilita nuestra voluntad y cualquiera que conozca de psicología sabe de la vulnerabilidad de la persona y con qué facilidad se la puede domeñar. Solo tenemos que ver cualquier manifestación, ya sea reivindicativa, lúdica o deportiva. Esa gran masa liderada por personas que se apodera, con un interés exclusivo, y con ese fin provoca en las masas reacciones histéricas y actuaciones imprevisibles. La gente, tanto gritan consignas desaforadamente como puede llegar a desatar la violencia y convertirse en fieras asesinas incontroladas y peligrosas.

Existen contagios instintivos muy curiosos que unos atribuyen al poder de sugestión, otros a sincronización de comportamiento anímico, sea lo que sea porque aún no se ha investigado, lo cierto es que, cuando alguien bosteza puede generar una cadena de bostezos, si vemos llorar, lloramos, si vemos reír, reímos, si vemos comer se nos hace la boca agua, no sé si es contagio o es que copiamos, o las dos cosas. Pues… contagiémonos de los valores de la buena gente.

Fotografía: DWinton, cc.

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