Desde tiempo remotos ha habido personas defensoras de la
verdad de la historia, basada en las fuentes más que en las teorías y en las
ideas del historiador, uno de los predecesores como el 'Regius Professor' de
historia en la universidad de Cambridge, John Bagnell Bury (1861-1927) había
acuñado aquella sentencia famosa de que: "La historia es una ciencia, ni más ni
menos". Una ciencia debido a su "minucioso método de análisis de las fuentes" y
a su "escrupulosamente exacta conformidad con los hechos". No había habido
historiador desde el principio de los tiempos, decía Bury, que no hubiera
profesado ese único objetivo de presentar a sus lectores "la verdad sin mancha
ni pintura". Bury, entre otros, creía que utilizar el método
histórico correcto era la clave para revelar la verdad sobre el pasado.
¿Qué es la Historia? La objetividad y subjetividad de los
hechos históricos de siglos. La Historia es la historia de hechos históricos, que sucedieron, que fueron y serán, por tanto, es
necesario respetar el relato de lo acontecido para conocer la realidad del cómo
y del por qué sucedieron. En el devenir de los pueblos se escribe la historia y su gente tiene la obligación de proteger, preservar, conservar ese conocimiento
del ayer que conecta con el hoy. Hay que velar por la verdad de los hechos
acontecidos.
Hoy existe por parte de gobernantes que no gobiernan y se
dedican a crear conflictos históricos, tergiversando hechos acontecidos en
siglos pasados y recientes, para dividir a los pueblos y distraer a quienes le votan y no
tener que rendir cuentas de sus desbarajustes y de sus promesas incumplidas…
La historia la escriben los historiadores. Esta afirmación,
que bien podría ser calificada de perogrullada, esconde más implicaciones de
las que aparenta. Los historiadores no son sino hombres (otra obviedad) que se
han especializado en una disciplina concreta. Tienen las mismas inquietudes y
los mismos intereses que sus contemporáneos y se plantean idénticas preguntas,
sobre la verdad y la vida, que el resto de la sociedad. Sin embargo, su trabajo
reviste una importancia trascendental, pues les corresponde estudiar y explicar
quiénes fuimos y de dónde venimos. Dicho de un modo grandilocuente, son los
guardianes de nuestra memoria. Si, como se suele afirmar, para entender el
presente hay que conocer el pasado, el historiador, a través de su
investigación, se convierte en arquitecto del presente. No podrá, por sí solo,
cambiar nuestra realidad, pero sí aportar instrumentos que permitan luchar
contra la mentira, contra la exageración y contra la burda invención.
Una de las construcciones históricas más importantes de los
últimos siglos ha sido la nación. No vamos ahora a poner el acento en el origen
y en las implicaciones de un concepto sumamente complejo, pues lo que nos
interesa resaltar es el uso partidista que en los últimos años se viene
haciendo de él. La nación se ha convertido, tristemente y por motivos
equivocados, en la panacea de muchos movimientos que, sin entender su verdadero
significado, la esgrimen como inspiración de todas sus acciones o como escudo,
o arma arrojadiza, frente a quienes piensan de otro modo. La complejidad
semántica del término (no existe, y probablemente nunca existirá, una
definición unívoca que goce del consenso de los especialistas) favorece su
tergiversación y su utilización interesada por parte de quienes, sin un mínimo
respeto por la Historia, redefinen a su antojo qué ha de incluirse en él.
Farsantes de la historia… La historiografía del siglo XX en España ha sido secuestrada por la izquierda. El siglo XX en España es un ejemplo nítido de la influencia de la ideología en la historia actual. Son socialistas, pero luego se dicen revolucionarios: cambian constantemente. Son todo y nada. De hecho, el mito del PSOE como partido de intelectuales en la república no se sostiene. Han sido muy astutos al llamarse republicanos y luego socialistas, cuando más bien son populistas, pero piensan que es más útil para ellos presentarse para el público como antifascistas. Estos farsantes “antifascistas” de ideologías totalitarias, son los verdaderos fascistas, pero tienen la desfachatez de llamar fascistas a todo el que se le ponga por delante.
Son estos los que quieren reescribir la historia para darla a
conocer a su capricho ideológico y se han sacado de la manga ‘La Memoria Histórica’.
La historia es el guardián de la memoria, por tanto “La Historia es la Memoria”
y nadie tiene porqué vulnerarla ni adulterarla, ‘limpiando la sangre’ en los
acontecimientos que concierne a su partido para presentarse impolutos de tantos
crímenes de guerra.
Esas leyes de memoria histórica son muy complicadas, creo que
no resuelven nada y han servido para confundir y dividir a la sociedad: o se
quita la ley o se homenajea a todos. Creo que lo mejor sería quitar la ley. Guerras,
malditas guerras manchadas de sangre que siembran dolor, odios y miserias. La violencia
existe antes de la guerra, en la guerra, después de la guerra y entre las
facciones de la guerra civil.
Los farsantes de la Historia los encontramos en todos esos
lugares donde se apoltrona esas ideologías nefastas de autócratas sin
escrúpulos que tienen al pueblo por tonto y los entretiene con ruidos, mientras los va llevando a la ruina. Un ejemplo el último dislate de México,
primero uno y ahora la otra, exigiendo disculpas a España por unos
acontecimientos sucedidos hace más de quinientos años. "Si España se disculpara
por la conquista, sería como pedir disculpas porque México existiera",
asegura en declaraciones a La Trinchera de esRadio Juan Miguel Zunzunegui,
historiador y escritor mexicano. Doctor en Materialismo Histórico y Teoría
Crítica, Zunzunegui lleva años denunciando la manipulación populista de Andrés
Manuel López Obrador, que ahora hereda Claudia Sheinbaum, exigiendo una disculpa
en su misma toma de posesión cuando, a su juicio, eso es precisamente "lo
último que quiere".
"Esta es exactamente la estrategia de estos gobiernos:
provocar conflictos donde no existen para que cada vez que todo esté terrible,
pues la culpa sea de Hernán Cortés, de España, del Rey y de que no se pidieron
disculpas", asegura el historiador, que hace hincapié en cómo, mientras
tanto, sigue aumentando "el narco, la violencia, el desempleo y la crisis
económica".
Lo más increíble e inaceptable es que se lleven a los libros
de textos una falsa historia. El relato nacional contado a su capricho, con el
mal que esto supone para entender la España de hoy. La Historia de la Historia
de España no se entiende con mentiras, se valora con la verdad.
Decirles a estos comuneros que quieren cambiar la Historia de
España que sean conscientes del daño que producirán en esta generación
desinformada y confundida: "La materia de Geografía e Historia contribuye
a la percepción y el análisis de una realidad cada vez más diversa y
cambiante", así comienza el apartado dedicado a estas asignaturas en el nuevo
decreto de ESO, al que dio luz verde el Consejo de Ministros de Sánchez. "Cambiante"
es el adjetivo elegido para referirse a sociedades, entornos, y contextos. Algo
que también ocurre en el texto que fija la ordenación y las enseñanzas mínimas
del Bachillerato.
La LOMLOE, más conocida como la Ley Celáa, es un auténtico
"disparate". Esta forma de enseñar la asignatura tendrá resultados
catastróficos para nuestros jóvenes, que verán la historia "de una manera
totalmente desconectada, sin tener una idea de cuál ha sido el orden de los
acontecimientos. Cuando vas dando saltos de un lado a otro, al
final no te enteras de nada". Se considera que el nuevo decreto incluye
como "saberes básicos" valores que son difíciles de calificar.
"Cosas como el compromiso cívico o los objetivos de desarrollo
sostenible" no se pueden evaluar.
La ideologización de la enseñanza es el "delirio
absoluto" de la nueva ley educativa. Lo del compromiso social viene
por todas partes, "es la ley más ideológica que ha habido en la historia de
España". También en temas como la conservación del patrimonio o la
memoria democrática o la ideologías de géneros "es como que intentan apuntalar su ideología en todas las
materias". Ya no importan tanto los hechos, los datos, las fechas... "lo que
importa es el relato que te quieren imponer".
"Plantean un pensamiento único en el que parece que te
invita a hacerte muchas preguntas para valorar tu espíritu crítico, pero al
final te dan las respuestas, encubierto en todo el mejunje ideológico del PSOE. Esas
respuestas son los valores y compromisos de la 'Agenda 2030'. Lo peor es que
"para meter toda esa ideología" se enseña una historia "mucho
más adelgazada". De hecho, el decreto de Bachillerato elimina de un
plumazo toda la historia anterior a 1812. La asignatura ya no empezará desde la
Prehistoria, como se hacía antes. Arrancará con el nacimiento de la nación
política.
A pesar de estos dinamiteros, La Historia perdurará. Estos dictadores de apariencia demócrata, quieren sembrar la ignorancia en unos jóvenes aborregados, para ellos garantizarse el poder perpetuo y seguir mangoneando sin crítica ni competencia. ¡Cuánto daño para el futuro de varias generaciones!
Toca a los historiadores conservar y divulgar la verdad de la
Historia, para que la Historia siga viva, como seña de identidad de los pueblos.
Fotografía: Internet
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