Nada despierta más ternura que ver la carita de un recién nacido y el deseo de abrazarlo y protegerlo. El instinto de protección está más marcado en la mujer, la razón, es la que engendra y eso crea un vínculo natural de protección al hijo y protección a la especie.
Solo pensar que en el mundo hay millones de niños que caen en desgracia nada más nacer... Por la razón que sea, no hay suficiente razón que justifique el sufrimiento gratuito de un niño. Esa realidad desgarradora fue la que me impulsó a donar la edición de mi último poemario “Las huellas del tiempo” a la ‘ONG Aldeas Infantiles’ que se dedica a cuidar y ayudar a tantos niños que por el mundo se encuentran en situación de riesgo, abocados a tener una desgraciada vida, carentes de cariño y alimento.
En el mundo hay 2.200 millones de niños, y ‘La Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño’ es muy tajante al establecer la necesidad de proporcionar a la infancia una protección específica por tratarse de un grupo vulnerable dentro de la sociedad.
Los datos son escalofriantes. Al menos 220 millones de niños, uno de cada 10, han perdido el cuidado parental o están en riesgo de perderlo. Aunque en España no existen estadísticas oficiales que determinen cuántos menores se encuentran en este grupo, desde Aldeas Infantiles SOS estiman que más de 300.000 menores están en riesgo. De ellos, 42.628 ya viven bajo una medida de protección.
Pedro Puig, presidente de Aldeas Infantiles, especificaba a ABC que estas cifras son resultado del análisis de diferentes estudios realizados por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. «Hemos sido muy conservadores, seguro que son muchos más los niños afectados, lo que ocurre es que no hay una investigación rigurosa al respecto. «Todos los organismos sociales demandamos al Gobierno español la necesidad de un estudio riguroso al respecto».
Para lograrlo, asegura que debe existir una base censal de las comunidades autónomas y un acuerdo común entre ellas para medir de forma uniforme cada situación de la infancia en las diferentes zonas de nuestro país. «Hay falta de voluntad, de organización para unificar criterios, más que motivos económicos para tener datos fiables. Quizá —lamenta— tampoco interese al Gobierno español que se mida de forma rigurosa la situación de la infancia porque se pondrían encima de la mesa datos aún peores que serían alarmantes darlos a conocer en nuestra sociedad».
Asegura que para tener un buen plan de infancia es imprescindible saber cuántas familias hay en las diferentes situaciones, qué problemas tienen, dónde están... para poder adoptar medidas que ayuden a paliar sus dificultades. «Lo que no se mide, no se puede gestionar», insiste.
Pedro Puig añade que «a menudo se piensa en huérfanos cuando hablamos de niños sin cuidado parental. Sin embargo, la realidad es que la mayoría de los menores que viven sin sus padres tienen al menos un progenitor con vida. La pérdida del cuidado parental en España no se debe tampoco a cuestiones económicas, sino a que existe maltrato dentro de la familia».
Explica que la pobreza es un factor que puede influir, «pero hay familias con pocos recursos que tienen bien atendidos a sus hijos. Cuando se profundiza en las verdaderas causas de la salida de los niños de su hogar es, desgraciadamente, por el maltrato que soportan. Ya en 2011 se investigó que el 4,25% de los niños entre 8 y 17 años fueron víctimas de maltrato dentro de sus familias».
Según el último informe de Aldeas Infantiles, los factores de riesgo mayoritarios que conducen a situaciones en las que los padres tienen dificultades para proporcionar a sus hijos los cuidados adecuados son los siguientes…
Factores socioculturales:
El contexto cultural y las relaciones personales son importantes factores de influencia a la hora de determinar el nivel de vulnerabilidad de un niño dentro de una familia.
Las características familiares definen la clase de entorno familiar en el que un niño vive. Se trata del tipo de personas que integran el hogar (por ejemplo: jóvenes, ancianos, nivel de educación, número de niños) y la composición del mismo (por ejemplo: familia monoparental, familia numerosa).
Las dinámicas familiares hacen referencia a la interacción y las relaciones que existen entre los diferentes miembros de la familia. Aquí se incluyen factores como separaciones conflictivas, familias monoparentales sin apoyo, la presencia de muchos niños en el hogar, paternidad temprana o no planeada, ausencia de habilidades parentales, estigmatización, discriminación o exclusión por distintas razones, como formar parte de una minoría social.
Asimismo, la incapacidad de los padres para ocuparse de manera apropiada de un niño enfermo o con discapacidad puede poner bajo estrés la estructura familiar y conducir a una situación de riesgo.
Factores psicosociales:
Estos factores incluyen el consumo de drogas, la violencia, malos tratos físicos y psicológicos, abusos sexuales y abandono.
La desestructuración familiar, la existencia de problemas de violencia entre los padres y los antecedentes de maltrato durante la infancia de los progenitores son factores de riesgo del maltrato infantil en la familia en cualquiera de sus formas.
Entre ellos se encuentran también características psicológicas del agresor de tipo emocional, cognitivo y conductual como problemas de autoestima, expectativas inadecuadas respecto de sus hijos, comportamiento impulsivo, dificultad para manejar emociones negativas y falta de comunicación e interacción con el niño.
Del mismo modo, los estilos de crianza negligentes e irresponsables se relacionan con los malos tratos en el entorno familiar. Muchos de los patrones de comportamiento viene dados por la falta de referentes que indique el camino a seguir, unido a la falta de valores junto con la baja autoestima lleva al desapego y este al desarraigo que lleva a la permisividad y esta al descontrol y a la inestabilidad personal te arrastra al caos emocional, en esta situación decadente caben todas las desgracias…
Factores socioeconómicos:
Los niños tienen más posibilidades de estar en riesgo de perder el cuidado parental cuando viven en comunidades en las que se dan factores contextuales como altas tasas de desempleo, crisis económica y/o crecimiento económico estancado o desigual, discriminación de género y situaciones en las que las familias carecen de apoyos públicos y redes sociales sólidas.
La inestabilidad laboral y las condiciones de vida precarias condicionan la vulnerabilidad de los niños, en tanto en cuanto éstas pueden conducir a una situación en la que los padres no estén en condiciones de seguir proporcionando el cuidado adecuado a sus hijos.
El mismo informe decía que en España, el 31,7% de los menores de 16 años están en riesgo de exclusión social (AROPE), un porcentaje que EUROSTAT eleva al 32,9% al incluir a menores hasta 18 años.
En España la tasa de natalidad es baja, aunque aquí se esconde una realidad atroz, y ¿los abortados?
Verdaderamente, la infancia es una época que nos marca para el resto de nuestras vidas. En esa etapa aprendemos a relacionarnos, a expresarnos y a percibir el mundo. Es en la infancia cuando los niños empiezan a conformar su personalidad y se suceden ciertas experiencias tanto en el núcleo familiar como en otros contextos también importantes.
Sobre la infancia decía, Carlos Ruiz Zafón: Una de las trampas de la infancia es que no hace falta comprender algo para sentirlo. Para cuando la razón es capaz de entender lo sucedido, las heridas en el corazón ya son demasiado profundas.
Y también: Ciertas imágenes de la infancia se quedan grabadas en el álbum de la mente como fotografías, como escenarios a los que, no importa el tiempo que pase, uno siempre vuelve y recuerda.
Desde otro punto de vista decía, Carla Montero: La infancia es una etapa maravillosa. No hay pasado, no hay futuro; sólo un presente que se mira con inocencia e ilusión.
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