viernes, 7 de diciembre de 2012

Somos nadie…

El aula de un colegio.

Digo bien, no somos nadie sin valores, sin educación y sin cultura: los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento como persona. Los valores humanos son conceptos que nos ayudan a realizarnos para relacionarnos con respeto, honestidad, tolerancia, sinceridad… La educación conductual y moral se inicia en el seno familiar, es el proceso de socialización que se comparte entre las personas por medio de conocimientos, ideas, costumbres y se transmite a través de la palabra, de las acciones y de las actitudes… La cultura es un término que tiene muchos significados. Aunque la entendemos como la excelencia en el gusto por las bellas artes y las humanidades, también es el conjunto de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social.

Para ser alguien, nuestra primera escuela es la familia, nuestros primeros maestros nuestros padres, y para ayudarnos y enseñarnos conocimientos están los maestros de escuela. El maestro se encarga de la educación formal de los niños, generalmente de la educación básica, pero el maestro es el formador de todas las profesiones, porque después de la educación básica hay educación media y superior. Aunque ya al maestro se le llama profesor sigue siendo el maestro que forma todas las profesiones. Por tanto, el maestro tiene un valor muy importante en la sociedad y eso hay que reconocerlo. Para el maestro, el valor de los valores.

Para darnos cuenta de la grandeza de una persona no tenemos más que observar sus actitudes. Quiero hacerles llegar una carta que Abraham Lincoln escribió allá por el año 1830 al maestro de su hijo. En ella podemos apreciar el reconocimiento a su inestimable labor educativa sobre el conocimiento y el comportamiento de los hombres del mañana. El maestro es una pieza de gran valor en la formación, por eso en su trabajo deposita la confianza y el respeto a su autoridad. La carta dice así:
Querido profesor, mi hijo tiene que aprender que no todos los hombres son justos ni todos veraces. Enséñele que por cada villano hay un héroe, y que por cada egoísta hay un generoso.

También enséñele que por cada enemigo hay un amigo y que más vale moneda ganada que moneda encontrada.

Quiero que aprenda a perder, también a gozar correctamente de las victorias. Aléjelo de la envidia y que conozca la alegría profunda del contentamiento.

Haga que aprecie la lectura de buenos libros sin que deje de entretenerse con los pájaros, las flores del campo y las maravillosas vistas de lagos y montañas.

Que aprenda a jugar sin violencia con sus amigos. Explíquele que vale más una derrota honrosa que una victoria vergonzosa, que crea en sí mismo y sus capacidades aunque quede solito, y tenga que lidiar contra todos.

Enséñele a ser bueno y gentil con los buenos y duro con los perversos. Instrúyalo a que no haga las cosas simplemente porque otros lo hacen, que sea amante de los valores.

Que aprenda a oír a todos pero a la hora de la verdad, decida por sí mismo. Enséñelo a sonreír y a mantener el humor cuando esté triste y explíquele que a veces los hombres también lloran.

Enséñele a ignorar los gritos de las multitudes que solo reclaman derechos sin pagar el costo de sus obligaciones.

Trátelo bien pero no lo mime ni lo adule, déjelo que se haga fuerte solito. Incúlquele valor y coraje pero también paciencia, constancia y sobriedad.

Transmítale una fe firme y sólida en el creador. Teniendo fe en Dios también la tendrá en los hombres. Entiendo que le estoy pidiendo mucho pero haga todo aquello que pueda.

Abraham Lincoln, 1830.
Estas recomendaciones son necesarias hoy en día… y para el maestro todo nuestro agradecimiento. Sin maestros ‘somos nadie’, pero no el maestro de título en la pared, porque no todos los titulados tienen capacidad docente: muchas veces mermadas por llevarse los problemas de su casa al aula, otras veces se dejan llevar de resentimientos y amargan al alumno que no les cae bien. Sin embargo, en la actualidad, están más desmotivados que nunca por las condiciones laborales y por tanto cambio en el sistema educativo, pero, sobre todo, han perdido la autoridad y se sienten inseguros y llenos de miedo frente a padres y un alumnado irrespetuoso y malcriado que no pone interés ni se esfuerza. La excelencia se exige sin el menor mérito y la educación esta desprestigiada, devaluada y abocada a la indiferencia.

Tampoco estoy de acuerdo que se llame maestro a cualquier remendón y menos a un ‘matón de toros’ (torero), esos ni son ‘maestros’ ni su acción es un ‘arte’.
Hago un homenaje al maestro, ese maestro de mi tiempo de niña, que se enfrentaban a una escuela llena de niños de todas las edades y de todos los cursos. Tenían capacidad docente y capacidad de trabajo para organizar los tiempos a cada asignatura de cada curso. Recuerdo mi maestra de escuela, la señorita Juani, Juana de la Cruz del Santo Nogal, que desde Burgos llegó a la cumbre de Gran Canaria, a mi Juncalillo, donde pasó una década y hoy nos hablamos de tú a tú.

Los valores que Abraham Lincoln pide al maestro que inculque a su hijo, esos valores los debe recuperar el maestro actual, porque al paso que vamos ‘somos nadie’ convertidos en bestias violentas, sin respeto por las personas ni por la vida.
Son tiempos de ponernos firmes y no claudicar.

«Escojamos la mejor manera de vivir, la costumbre la hará agradable». Pitágoras.

Fotografía: theirhistory, cc.

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