sábado, 15 de diciembre de 2012

Sobre la mentira y la honestidad

Un hombre baila con su pareja con los dedos cruzados.


Hace un tiempo, navegando por internet, encontré este artículo de salud. Según esta investigación, experimento o estudio, han concluido que decir la verdad es un hábito saludable. Como la realidad es que estamos rodeados de mentiras, creo que nos puede ayudar a conocer un poco más de nuestras reacciones y estrategias para afrontar según qué situaciones. Como el saber no ocupa lugar y estas conclusiones me parecen interesantes, me gustaría compartirlas con ustedes:

¿Es saludable decir siempre la verdad?

Un estudio constata que mentir menos tiene efectos positivos en la salud. Expertos señalan las ventajas de algunos tipos de mentiras en el día a día.

«Con la verdad se llega a todas a partes». Con esta frase, seguramente hayamos recorrido parte de nuestra enseñanza más arraigada. Decía Platón que «hay que tener el valor de decir la verdad, sobre todo cuando se habla de la verdad». Pero además de actos de valentía y franqueza que hemos aprendido desde niños, ¿podría tener consecuencias positivas en nuestra salud?

«Asociar verdad con salud es una relación problemática y compleja», afirma el psicólogo Rubén González, autor del artículo ‘El engaño y la mentira en los trastornos psicológicos y sus tratamientos’, publicado en la revista ‘Papeles del Psicólogo’. Pero esta conexión ha tenido una respuesta afirmativa en un estudio realizado por investigadores de la Universidad americana de Notre Dame y cuyos resultados han sido presentados en la 120ª Convención de la Asociación Americana de Psicología. Uno de los datos más llamativos fue la media de mentiras por semana que verbalizaban los americanos: 11 mentiras.

Durante 10 semanas analizaron las respuestas de 110 personas ante ciertas situaciones. La mitad de ellas fue entrenada para decir menos mentiras. Precisamente, este grupo fue el que, según Anita E. Kelly, profesora de psicología en dicha universidad y autora principal del estudio, «presentó mejoras significativas en su salud». Tales beneficios iban desde menos sentimientos de tensión y melancolía a un menor número de cefaleas y molestias de garganta.

Sin embargo, la mentira ofrece ciertas ventajas en las relaciones sociales. El psicólogo y criminólogo Jaime Gutiérrez, perteneciente al Colegio Oficial de Psicólogos de Castilla y León, asegura que «mentir es una conducta adaptativa».

«Podemos asociar los beneficios con la ansiedad, es decir, con la verdad se disminuye la ansiedad. Pero tampoco podemos afirmar que esto sea mejor o peor para la salud», indica este experto apuntando a que las personas tienen distinto nivel de activación que, traducida en forma de ansiedad, es buena y necesaria.

Fundamentalmente, explica este experto, las personas mienten por tres motivos: para adaptarse a un ambiente hostil, para evitar castigos y para conseguir premios o ganancias sobre los demás. «Por ejemplo, la gente en su curriculum vítae pone un nivel de inglés más alto del que realmente sabe, pero lo hacen para conseguir un premio, un puesto de trabajo en este caso, y esa conducta no tiene porqué ser necesariamente mala», desarrolla.

Buscar el equilibrio. Decía el médico y psicoterapeuta austríaco Alfred Adler que «la verdad es a menudo un arma de agresión. Es posible morir, e incluso asesinar, con la verdad», por lo que a veces ser honesto no podría resultar tan bueno. «En ocasiones decir la verdad, puede ser contraproducente», asegura Gutiérrez. No obstante, aclara que la sinceridad es buena cuando las consecuencias son positivas para la persona que emite la conducta y para su entorno.

Por su parte, Rubén González también apoya esta afirmación. «Hay que buscar el equilibrio entre lo que es bueno para nosotros y para el que recibe la noticia». Además, asegura que algunas veces puede asociarse decir la verdad con signos de inocencia o falta de madurez, por tanto, en ocasiones la mentira puede ser incluso necesaria.

Este experto divide la mentira en mentira ‘prudente’ e ‘imprudente’. La primera es aquella que se dice para adaptarse a la situación, la que es ‘necesaria’ decir en ocasiones para evitar un mal mayor. Pone de ejemplo, una situación peligrosa como estar en una habitación con mucha gente y que haya un incendio. «Puedes mentir y decir a la gente que no está pasando nada y evitar así el caos. El control es necesario en estos casos», detalla. La segunda es cuando lleva consecuencias peores que dificultan ese equilibrio mencionado anteriormente. Decir la verdad, puede tener consecuencias negativas en el otro. Esto es, hay personas que tienen que decir siempre la verdad, «tener la conciencia tranquila», y esto «no siempre es bueno», puntualiza el psicólogo. «Esta sensación de conciencia tranquila es la creencia de creer que han actuado bien y por ello ‘se sienten mejor’ físicamente», explica.

Honestidad, un valor necesario. La honestidad, explica este experto, refuerza el que una relación, sea del tipo que sea, pueda ser mucho más consistente y estable. Pero, «tiene que haber también otras cosas, es un valor que no puede ir separado del resto», matiza.
«La honestidad absoluta en el ser humano no existe, es imposible que un hombre siempre diga la verdad». Éste, asegura, es un valor que debe ir añadido junto a otros: «De nada vale que una persona sea sincera, si le faltan otros valores». Como conclusión, los expertos aseguran que no podemos relacionar mentir en contextos cotidianos con una peor salud, pero que es bueno que en la sociedad se eduque desde la honestidad y la franqueza. «Un desarrollo moral adecuado desde la infancia, orientado en la verdad, es positivo», finaliza Gutiérrez.
Yo digo, que allá cada cual con su conciencia, pero, hay personas que hacen de la mentira su carta de presentación, son mentirosos patológicos del que no te puedes fiar, porque te atrapa en su telaraña y no sales bien parado. Yo creo que no hay nada como la sinceridad, decir la verdad da tranquilidad, hay quien dice: «Prefiero molestar con la verdad que adular con la mentira». El que miente vive con el temor de ser descubierto, porque para mentir hay que tener muy buena memoria y ya se sabe, se coge antes a un mentiroso que a un cojo.

Espero que estas conclusiones de los expertos nos aporten más conocimientos sobre la especie humana y nos lleve a la reflexión para ser más conscientes de nuestras reacciones y de nuestra forma de proceder. La verdad es espontánea, la mentira es estudiada, para mentir hay que tener capacidad. Si mentir es una válvula de escape, hay que evitar que te descubran… Lo que sí me parece cruel es que alguien sea capaz de mentir sobre un conocido, amigo o familiar para dañar y perjudicar su buen nombre y su reputación.

De pequeños nos enseñaron, que no se dicen mentiras, pero los niños aprenden de los mayores a mentir. Decir la verdad nos aporta bienestar, salud de conciencia y de espíritu. Consecuencia: mente y cuerpo sano… tranquilidad y paz interior.

Fotografía: Katie Tegtmeyer, cc.

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