viernes, 1 de abril de 2016

Medicina para la salud

Una mujer sonríe en una calle concurrida.


¿La mejor medicina para la salud? La felicidad. Para ello hay que tener una actitud optimista, así podremos prevenir las depresiones, el estrés y la anorexia, pero para ser optimista es muy importante la ayuda de la familia y de los amigos.

Hoy en día se hacen estudios de todo para determinar los por qué de todo, porque para dar soluciones hay que buscar las causas. Según el informe, para la realización de este estudio se ha utilizado una muestra de 3.000 personas entre 18 y 65 años a las que se les realizaron entrevistas y cuestionarios para conocer la relación entre salud y felicidad.

Dicen que la felicidad es la mejor medicina para la salud. Realmente, todos estamos tras la búsqueda de la felicidad y ser optimista está directamente relacionado con gozar de una buena salud. Una actitud positiva puede prevenir el desarrollo de enfermedades como depresión, estrés, insomnio, niveles inadecuados de colesterol y anorexia. Esta es la conclusión que se desprende del estudio «La Felicidad y la percepción de la salud», realizado por el ‘Instituto Coca-Cola de la Felicidad’ y la ‘Universidad Complutense de Madrid’. Al contrario, las personas menos felices «tienden a tener más presentes los problemas físicos y psicológicos que les afectan». En este sentido, por ejemplo, la posibilidad de tener depresión en el grupo de las personas más felices es nueve veces menor que entre quienes son menos positivos, y la probabilidad de tener insomnio es cuatro veces menor.

Según el informe, existe una relación bidireccional entre ser feliz y estar sano. Tal y como señala Carlos Chaguaceda, presidente del ‘Instituto Coca-Cola’, «las personas que se sienten más contentas y positivas tienen una mejor percepción de su salud». Y esta asociación, aseguran los expertos, cada vez tiene más evidencia científica y así lo confirma Josep María Serra-Grabulosa, doctor y profesor del departamento de Psiquiatría y Psicobiología Clínica de la Universidad de Barcelona. «Ser más optimista afecta al sistema nervioso, neuroendocrino e inmunológico. Por esta razón, los que son más felices, en general, sufren menos alteraciones cardio y cerebrovasculares y como su sistema inmune se refuerza, disminuyen las posibilidades de contraer enfermedades».

En definitiva, recalca Serra-Grabulosa, los niveles altos de felicidad mejoran la salud mental. De hecho, aclara Gonzalo Hervás, otro de los autores del informe y doctor y profesor de la facultad de Psicología de la UCM, «hemos constatado que la salud mental es un componente igual o más importante que la física en la percepción de la propia salud y que los problemas de tipo psicológico están mucho más relacionados con la infelicidad que los problemas físicos».

En busca de la felicidad… El problema surge en cómo buscar la felicidad. Aunque el cerebro tiene una propensión natural a tener emociones positivas, indican los autores del informe, «es necesario estimularlo». Como recuerda Chaguaceda, «la felicidad se trabaja, no se puede esperar sentado en casa. Por ejemplo, aquellas personas que realizan deporte regularmente son felices cuando lo hacen porque el cerebro segrega serotonina y oxitocina y genera una sensación que te hace feliz. En resumen, hay que buscar lo que nos hace felices». Tampoco hay que olvidar el importante papel del apoyo social y familiar para superar los problemas de salud y otras adversidades. «Es fundamental para que las personas se sientan con mejor estado de salud y les ayuda a preservar, en gran medida, su nivel de satisfacción cuando sufren algún problema», agrega el especialista. Gonzalo Hervás lo corrobora: «El apoyo social fomenta la felicidad».

«No existe un único punto que al estimularle nos proporcione felicidad», advierten los autores de la investigación. Es necesario que la ciencia profundice en la forma de favorecer la salud desde el bienestar. «Probablemente, existe el gen de la felicidad, pero no es sólo uno, sino que hay varios candidatos que pueden proporcionar este estado mental y es importante saber cómo se activan para que esto ocurra». Por el momento, el gen que tiene más posibilidades para estar vinculado con la felicidad es el que está relacionado con la serotonina.

Baltasar Gracián decía que: «Todos los mortales andan en busca de la felicidad, señal de que ninguno la tiene. Ninguno vive contento con su suerte».

Hoy estamos inmersos en una crisis de valores que afecta a las relaciones sociales y familiares. Siempre han existido personas sembradoras de cizaña, para romper relaciones y vínculos, y hasta que no consiguen su objetivo no paran. ¿Pueden ser felices estas personas? ¡No! Cuando alguien tiene alterado el equilibrio personal no siente emociones, la euforia los confunden y creen sentirse bien haciendo mal. Luego, viven en un estado permanente de alerta para poder controlar el entorno que domina.

Yo creo que la felicidad cada cual la encuentra en aquello que sueña o en aquello que le enriquece y le proporciona placer por lo bien hecho. Para sentirse uno bien tiene que tener paz y la paz está dentro de tu ser. La encuentras en tu conciencia tranquila, en tus buenas intenciones, en tu mirada limpia, en tu sosiego y serenidad, en la verdad clarificadora, en los valores y virtudes de las sanas relaciones.
En las personas obsesionadas y envidiosas ronda la mentira, el desasosiego y las malas intenciones. Son como hienas que merodean esperando arrebatar los méritos que otros han conseguido. Esas nunca tendrán paz. La paz no se compra con dinero, es un tesoro personal y nadie podrá arrebatártelo.

La felicidad no sólo es un estado mental, es un estado emocional, un estado de equilibrio entre el ser y todo lo que te rodea.

Tiene razón Tomas Chalmers al decir que: «La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar».

Fotografía: Abdulaziz Ceylan, cc.

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