Convivir supone compartir, cooperar, colaborar, ceder… La convivencia familiar pone a prueba nuestra paciencia, nuestra tolerancia, nuestra solidaridad, etc. Aprendemos a relacionarnos en el seno familiar con los padres y hermanos, y no siempre la convivencia entre hermanos es fácil, todo depende del carácter y de ciertos lastres innatos como la envidia y los celos que se encargarán de enturbiar las buenas relaciones de infancia. Lo peor es cuando se prolongan en el tiempo.
Según los expertos pueden haber notables diferencias entre las relaciones de hermanos, hermanastros y gemelos. Yo creo que, en la relación del tipo que sea, lo que estropea todo es la envidia. Los psicólogos nos dan pautas para evitar en la medida de lo posible, los conflictos y las rivalidades pero el tema no es tan sencillo.
Los hermanos son muy importantes para muchos de nosotros. Casi el 80% de los niños crecen con, por lo menos, un hermano o una hermana. Aunque puede que no se lleven bien todo el tiempo, los hermanos juegan un papel positivo en la vida de cada niño porque aprenden uno del otro las primeras lecciones de cómo llevarse bien con los demás. Son amigos, compañeros de juegos y confidentes. Juntos aprenden a relacionarse con el mundo exterior y hasta se protegen y se cuidan uno al otro.
Cuando los hermanos no se llevan bien los padres pueden sentirse frustrados y enojados por sus peleas. También hay que tener en cuenta que cada hijo impone sus propias exigencias a la que hay que dar respuestas y en ese trato diferencial puede ser que un hijo se sienta desplazado y piense que usted siente favoritismo por el otro y cuando los hijos entra en esa dinámica de medir y pesar lo que hacen sus padres con los demás hermanos, ahí hay un problema que hace más difícil mantener la paz en la familia. Para situaciones complicadas estos consejos les podrían ayudar a entender el por qué sus niños se sienten rivales y cómo puede usted ayudarlos a vivir juntos en paz y armonía.
¿Por qué los hermanos se llevan mal? Hay varios factores que afectan las relaciones entre hermanos y hermanas, como la personalidad, la edad o el número de años que los separa.
Con semejanzas y diferencias en personalidad, los padres a menudo se preguntan cómo es que niños que han crecido en el mismo hogar con la mismas enseñanzas y educación, pueden ser tan distintos. El hecho es que entre los hermanos generalmente existen más diferencias que similitudes. Hay dos factores que afectan la personalidad de sus hijos: la naturaleza (el carácter con que nacieron) y la crianza (sus experiencias). Aunque tengan los mismos padres, la estructura genética de cada niño es distinta. Además, sus experiencias no son las mismas y como resultado, cada niño desarrolla su propia personalidad.
Algunos padres piensan que es importante tratar a todos sus hijos por igual porque no quieren que un niño piense que sienten predilección por el otro, pero hay que tener claro que tratar a los hijos de forma diferente no implica favoritismo. Cada niño es un individuo aparte y así debe tratarse y eso es parte de lo que hace que cada niño sea una persona única. Es una manera de demostrar que usted diferencia las cualidades de cada uno.
Las edades de sus hijos tiene un impacto muy importante sobre cómo usted los trata y cómo ellos se llevan entre sí. Por ejemplo, usted podría abrazar y besar más al bebé que al niño de edad escolar. Como resultado, éste podría pensar que usted quiere más al hermanito menor. Los padres deben tratar a los niños más pequeños de distinta manera que a los niños mayores, porque las necesidades de un bebé no son iguales a las de un niño de edad escolar.
El sexo también afecta las relaciones de los hermanos entre sí. Muchos padres notan que los niños de sexos opuestos tienden a llevarse mejor que los del mismo sexo. Los hermanos del mismo sexo compiten más entre sí que con los hermanos del otro sexo. El orden de nacimiento y el tamaño de la familia también afectan el comportamiento de los niños. La experiencia de un hijo único es diferente a la de uno que provenga de una familia numerosa.
También la experiencia del hijo mayor es diferente a la del menor: el niño mayor tiene un hermano más pequeño, mientras que el más chico tiene un hermano mayor. El tercer hijo tiene dos hermanos mayores y así sucesivamente. Debido al orden de nacimiento, el tamaño de la familia y las experiencias individuales, no hay dos niños que vean a la familia de igual manera. La diferencia en edades también influye sobre cómo se llevan entre sí. Los niños que tienen menos de dos años de diferencia frecuentemente tienen más conflictos que cuando existe mayor disparidad de edad. Esto puede ser porque compiten por el mismo territorio.
Puede suceder que hermanos que de pequeños aparentemente se llevaban bien, al ser mayores, por algo que puede ser insignificante —una frase o un desencuentro— se desata la ira contenida que deja entrever una envidia soterrada desde la niñez. Eso desencadena una serie de actitudes impensables en una convivencia armoniosa.
No debemos pasar por alto que muchas veces son los hijos los que no facilitan las buenas relaciones con su padres, pero cargan toda la culpa sobre ellos. Si un hijo se desvive por sus padres, los trata con cariño y respeto, es lógico que los padres se sientan bien con ese hijo, y el hijo déspota que falta al respeto, exige e insulta, no puede pretender ver una sonrisa perenne en el rostro de sus padres.
Debemos también tener en cuenta a los hermanastros y los medio hermanos. Las familias combinadas en las que los nuevos esposos tienen hijos de uniones previas causan otro tipo de rivalidad entre hermanos. Con los altos índices de divorcio y nuevas nupcias de hoy en día, el número de hermanastros y medio hermanos va en aumento. Esto crea nuevos conflictos. Cuando dos familias se unen para convertirse en una, niños que apenas se conocen, de repente, podrían verse obligados a compartir habitación y baño. Esto puede causar peleas por los juguetes, por espacio y por elegir programa en la televisión. Al mismo tiempo, los niños tienen que tratar de adaptarse a la nueva pareja de sus padres, a tener un nuevo padrastro o una nueva madrastra y, quizás, una casa nueva. Y si a eso sumamos que los padres podrían decidir tener más hijos trayendo medio hermanos a la familia… No siempre es un cambio fácil.
Ideas para reducir los problemas en las familias combinadas y las familias donde hay medio hermanos. No espere que los hermanastros estén juntos todo el tiempo. Cada niño debe pasar algún tiempo solo con su propio papá o mamá. Siempre que sea posible, los hermanastros y medio hermanos deben tener su propia habitación. Sin embargo, si tienen que compartir una habitación, cada niño debe tener sus propios juguetes y otras pertenencias. No obligue a los niños a compartir todas sus cosas.
Si usted y su nuevo cónyuge deciden tener un hijo, deben ser sinceros y honestos con los niños mayores. Asegúreles que su decisión de tener un hijo no significa que los van a querer menos a ellos. Inclúyalos al hacer los planes para el nuevo bebé tanto como sea posible. Ambos padres deben participar en la crianza de cada uno de los niños.
Cómo entender la rivalidad entre hermanos. Pocas cosas contrarían más a los padres que ver a sus hijos que no se llevan bien. No importa cuánto usted trate de mantener la paz, probablemente los niños se pelearán por los juguetes, se las agarrarán uno con otro, se acusarán, se harán rabiar y se criticarán mutuamente. Usted se preguntará ¿Qué hice mal? Probablemente, nada. La rivalidad entre hermanos es parte natural del crecimiento, y entre hermanos de menos de 4 años tiende a ser peor cuando la diferencia entre ellos es menor a 3 años. Esto es en gran parte porque los niños en edad preescolar todavía dependen mucho de sus padres y aún no han empezado a hacer amigos ni se han relacionado de cerca con otros adultos. Tengamos en cuenta que a esas edades los niños son muy egocéntricos y se les hace muy difícil compartir a sus padres con los otros hermanos.
La competencia entre los hermanos se puede acalorar a medida que crecen. Muchas veces es peor cuando los niños tienen entre 8 y 12 años. Con esa cercanía de edad tienen los mismos intereses y tienden a competir más. A veces, especialmente cuando hay varios años de diferencia de edad, el hermano mayor acepta y protege al menor. Una vez que el más pequeño crece y desarrolla más habilidades y talentos, el más grande puede sentirse eclipsado por el chico. El niño mayor se puede sentir amenazado o avergonzado. Entonces podría empezar a competir con el niño más chico, o volverse más agresivo hacia él. El niño menor, a su vez, podría ponerse celoso de los privilegios que su hermano mayor tiene a medida que crece.
Aunque usted crea que lo sabe, a menudo es difícil determinar cuál de los niños está provocando el problema. En muchos casos, el hijo mayor de la familia siente mayor rivalidad que los más jóvenes. Un niño menor puede admirar a su hermano o hermana mayor, pero el mayor pensará que sus hermanitos invaden su privacidad o que son una amenaza a su posición especial en la familia.
Los preadolescentes y los adolescentes presentan otros problemas. Los niños menores tienen celos de las libertades y privilegios de que gozan los mayores, y a los mayores les molesta que se les pida cuidar a los más chicos. Los padres deben explicarles que hay diferentes reglas para cada niño según su edad y grado de madurez. Aunque usted hará lo posible por ser justo, las cosas pueden no siempre ser iguales. Explíquele al niño más pequeño que él o ella tendrá los mismos privilegios cuando sea mayor. Al mismo tiempo, no obligue a su preadolescente o adolescente a llevar al hermanito menor a todas partes.
Lo que los padres pueden hacer acerca de la rivalidad entre hermanos. Estos son algunos consejos sobre cómo hacer frente a los conflictos entre sus hijos:
No compare a un niño con el otro delante de ellos. Es natural notar las diferencias entre sus hijos. Simplemente trate de no hacer comentarios sobre ellas delante de los niños. Para el niño es muy fácil pensar que no es tan valioso o tan amado como su hermano cuando usted los compara. Recuerde, cada niño es una persona especial. Hágaselo saber a cada uno.
Cuando sea posible, no se mezcle en las peleas de sus hijos. Posiblemente usted tenga que intervenir en una pelea entre niños pequeños o de edad preescolar. Por ejemplo, si están peleando por los cubos de construcción, usted podría dividir los cubos en pilas separadas para cada uno. Los niños mayores probablemente resolverán sus discusiones de manera pacífica si los dejan solos. Si tratan de involucrarlo a usted, explíqueles que ellos dos son los responsables de crear el problema y también de resolverlo. No se ponga de parte de ninguno. Fije reglas sobre cómo los niños pueden estar en desacuerdo y resolver sus conflictos. Naturalmente, debe intervenir si la situación se vuelve violenta. Hágales saber a los niños que no va a tolerar ese comportamiento. Si hay alguna razón para sospechar que los niños podrían volverse violentos, obsérvelos bien cuando estén juntos. Evitar la violencia siempre es mejor que castigarlos después, lo que frecuentemente empeora la rivalidad. Elogie a los niños cuando resuelvan sus discusiones y recompense el buen comportamiento.
Sea justo. Divida los quehaceres de manera justa. Si tiene que intervenir en las discusiones de los niños, escuche todos los puntos de vista. Implemente una regla de «no acusarse». Deles a los niños privilegios apropiados para su edad, y trate de ser consistente. Si le permitió a un niño quedarse levantado hasta las 9:00 de la noche a los 10 años, el otro también debe tener el mismo privilegio cuando tenga 10 años.
Respete la privacidad de su hijo. Cuando tenga que castigarlo o regañarlo, hágalo a solas, usted con el niño, en un lugar tranquilo y privado. En lo posible, no avergüence a uno regañándolo delante de los otros. Esto solamente hará que los otros molesten al que usted castigó.
Aproveche las reuniones regulares de la familia para que todos los miembros expresen lo que piensan y sienten, así como para planear los eventos de la semana. Deles reconocimiento positivo y recompensas por esforzarse. Las relaciones entre hermanos son muy especiales. Nuestros primeros lazos son los que formamos con nuestros hermanos y nadie más comparte nuestra misma historia familiar. Al ayudar a sus hijos a apreciar, amar y respetar a sus hermanos les está dando un gran regalo, el regalo de tener un amigo de por vida.
Si le toca criar gemelos. Desde el principio, es importante que trate a sus bebés gemelos como individuos. Si son idénticos, se hace fácil tratarlos como un «paquete», dándoles la misma ropa, juguetes y atención. Pero aunque se vean iguales, emocionalmente son muy distintos. Para crecer felices y seguros como individuos, necesitan que usted los respalde en sus diferencias.
Los gemelos idénticos y fraternos compiten entre sí y dependen uno del otro a medida que crecen. A veces un gemelo actúa como el líder y el otro como el seguidor. De cualquier forma, la mayoría de los gemelos desarrollan relaciones muy estrechas a una temprana edad, sencillamente porque pasan mucho tiempo juntos.
Si usted tiene más hijos, sus gemelos recién nacidos podrán hacer que los niños mayores se sientan doblemente celosos. Los gemelos requieren una enorme cantidad de su tiempo y de su energía, y recibirán mucha atención adicional de amigos, parientes y extraños en la calle. Usted puede ayudar a los otros niños a aceptar esto ofreciéndoles «recompensas dobles» por ayudarle con los nuevos bebés. Si tiene gemelos recién nacidos es aún más importante que usted les dedique algún tiempo muy especial a los otros niños compartiendo las cosas favoritas de ellos. A medida que los gemelos crezcan un poco, especialmente si son idénticos, es posible que prefieran jugar sólo uno con el otro. Esto podría hacer sentir a los otros hermanos excluidos. Para evitar que los gemelos excluyan a los demás hermanos, anímelos a que jueguen por separado con los otros niños. También usted puede jugar con uno de los gemelos mientras que el otro juega con otro hermano o un amigo.
«Un hermano comparte memorias de infancia y sueños de adulto», si no es así, tienes frente a un rival. Decía Marlon Brando que: «Si no somos los guardianes de nuestros hermanos, al menos no seamos sus verdugos». Pero, cuando la envidia nubla la mente y emponzoña el corazón de un hermano, ten cuidado, porque es capaz de destruirte…
Dicen que pase lo que pase: «El amor de hermanos nunca se pierde, está en nuestro ancestro evolutivo y así continuará».
Desde mi experiencia… deseo que todos tengan buenos hermanos.
Fotografía: Anthony Round, cc.
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