miércoles, 20 de abril de 2016

La cicatriz

En una escuela de primaria se celebraban los primeros encuentros entre padres y profesores, pero un niño aunque invitó a su madre, le daba vergüenza que la conocieran debido a una gran cicatriz que la afeaba, y esta era la primera vez que sus compañeros y profesores tenían la oportunidad de conocerla.
A pesar de que era una mujer hermosa, impactaba la enorme cicatriz que cubría casi todo el lado derecho de su rostro. El niño nunca quiso preguntarle acerca del porqué o el cómo se la había hecho.
En la convivencia la gente quedó impresionada por la bondad y la belleza natural de aquella madre, a pesar de la cicatriz, pero el niño seguía avergonzado y se ocultó de todos. Sin embargo se mantuvo a una distancia que le permitía escuchar lo que conversaban su madre y su maestra, y esto fue lo que oyó:
—¿Cómo se hizo esa cicatriz en la cara? —Le preguntó la maestra.
La madre respondió:
—Cuando mi hijo era un bebé, estaba en una habitación que se incendió. Todos tenían mucho miedo a entrar porque el fuego estaba fuera de control, pero yo entré a salvar a mi hijito. Cuando corría hacia su cuna vi que caía una viga y me tiré sobre mi niño para protegerlo. El golpe me dejó inconsciente, pero, por suerte, entró un bombero y nos salvó a los dos.
La madre tocándose la gran cicatriz quemada del rostro, continuó hablando…
—Está cicatriz será permanente, pero hasta el día de hoy, nunca lamenté haber hecho lo que hice por mi hijo.
El niño al escuchar el relato de su madre corrió junto a ella, con lágrimas en los ojos, la abrazó y agradeció el sacrificio que había hecho por él… Es que en el amor no hay límites, ni en dar, ni en recibir. Podemos cosechar los mejores frutos cuando somos solidarios y compartimos con generosidad.
¡Maldito egoísmo! Que feo es cuando uno da a manos llenas y sólo recibe desprecio. La solidaridad es el amor con un compromiso de amistad familiar y social.
La solidaridad nos aleja de la violencia y nos acerca a la paz. Seamos solidarios para multiplicar la amistad y la unidad. La solidaridad no necesita salario; se paga por sí misma, porque donde hay solidaridad hay justicia y donde hay justicia hay paz.

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