domingo, 10 de enero de 2016

Ser viejo

Las manos de una mujer mayor.

Comenzado el nuevo año, nos hará sumar uno más a la sucesión de años que ya hemos invertido en vivir, pues, preparémonos para disfrutarlo, porque un año más en el Haber es un año menos en el Debe… Ahora que, lo que consideramos como la edad ha cambiado con el tiempo y seguirá cambiando a medida que la gente vive vida más largas y saludables.

Pero… ¿Cuándo somos viejos? ¿Por qué se nos califica de viejos sin estar viejos? ¿Son los años los que nos hace viejos o es nuestro estado de dependencia? Hoy los viejos no somos tan viejos.

Cuando yo era adolescente llegar a los treinta años me parecía ser ya mayor, de hecho, veía cómo la gente envejecía rápidamente, pero era su aspecto el que le daba esa apariencia. En la vida rural, al casarse, las mujeres abandonaban su coquetería, se ponían un delantal y un pañuelo y por la figura transformada parecía haber pasado décadas.

Hace un tiempo leí en la razón.es un artículo de Jorge Alcalde que hablaba sobre ello… «No somos tan viejos»: haciendo alusión al trabajo de investigación del demógrafo Sergei Scherbov, decía que hoy tener 65 años es equivalente a los 55 de hace varias décadas, yo diría que menos. En la población actual ha aumentado la esperanza de vida, y hoy en día se puede calificar los 60 años de mediana edad. La calificación de mayores o de tercera edad creo que define a las personas que sin alcanzar una edad avanzada, por algún problema de salud dependen de otro para subsistir.

Según Scherbov, la edad puede medirse de dos maneras: «como el tiempo de vida que se lleva disfrutado o como el tiempo de vida que aún queda por vivir». El umbral de tránsito a la ancianidad lo marca el no poder valerte por ti mismo no la edad de los años vividos.

También explicó Scherbov que «el comienzo de la vejez es importante porque se utiliza a menudo como un indicador del aumento de la discapacidad y la dependencia y la disminución de la tasa de actividad. Es fundamental ajustar lo que consideramos que es el comienzo de la vejez cuando estudiamos diferentes países y periodos de tiempo tanto para entender científicamente el envejecimiento de la población como para la formulación de políticas coherentes con nuestra situación demográfica actual».

Yo creo que cuando nos cansamos de vivir ya estamos viejos. Viejo se aplica a algo que está gastado de tanto usarlo y una persona no se gasta, se enferma. Dicen que una persona es vieja cuando deja de soñar… Mientras yo viva seguiré soñando, pero a mí no me importa que me llamen vieja. La palabra vieja me llena de ternura, me trae recuerdos de mis abuelos, sobre todo de las abuelas que vivieron mucho más años, una 87 y la otra 90. Mis padres eran de mediana edad cuando les tocó partir, y yo ya he vivido más años que mi padre.

En algún lugar leí que «la vejez siempre va delante de nosotros y nunca la alcanzamos mentalmente hablando», porque cuando tenemos diez años los de veinte son viejos para nosotros. Cuando tenemos veinte los de cuarenta son los viejos. A los cuarenta vemos viejos a los de sesenta, a los sesenta consideramos ancianos a los de ochenta, y a los ochenta los viejos son los de cien. Así que nunca nos alcanza la vejez…

Hay quienes llaman cariñosamente «viejos» a sus padres: aunque parece una falta de respeto, no lo es. Otra cosa es que se les llame despectivamente. En Argentina llaman cariñosamente a los padres «vieja» y «viejo», y hay canciones preciosas dedicadas a ellos. Hace unos años escuché al cantante argentino Piero la canción «Mi viejo» y me emocionó tanto que busqué la letra:

MI VIEJO

Es un buen tipo mi viejo
que anda solo y esperando,
tiene la tristeza larga
de tanto venir andando.

Yo lo miro desde lejos,
pero somos tan distintos;
es que creció con el siglo
con tranvía y vino tinto.

Viejo mi querido viejo,
ahora ya camina lerdo;
como perdonando el viento
yo soy tu sangre mi viejo.
Yo, soy tu silencio y tu tiempo.

El tiene los ojos buenos
y una figura pesada;
la edad se le vino encima
sin carnaval ni comparsa.

Yo tengo los años nuevos
y el hombre los años viejos;
el dolor lo lleva adentro
y tiene historia sin tiempo.

No me llames vieja… No estamos dentro del tiempo, sino que somos parte del tiempo. La edad puede medirse como el tiempo ya vivido o puede ajustarse teniendo en cuenta el tiempo que nos queda por vivir, y lo que nos queda por vivir, es vida.

Acertadamente dijo Abraham Lincoln: «Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años».

Fotografía: Paul Hardy, cc.

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