domingo, 18 de octubre de 2015

El estrés

Había una vez un granjero muy preocupado y extremadamente atareado porque se le escapaban cada día muchas gallinas de su corral. Se pasaba el día persiguiéndolas y no tenía ni un solo segundo para sentarse y descansar. Cierto día, un señor que pasaba por allí, al verlo tan atareado corriendo tras las gallinas le dijo:
—Perdone un minuto, ¿sabe que tiene un agujero en la valla y por ahí es por donde se le escapan las gallinas?
—Ya lo sé, ¿y qué quiere que haga? —le contesto el granjero.
—Hombre, ¡lo lógico sería que arreglase el agujero de la valla!
—Ya lo sé, pero es que no tengo tiempo de arreglarlo, ¿o es que no se da cuenta que me paso todo el día persiguiendo a las gallinas?

Todos conocemos a alguien que siempre está atareado quejándose de lo mucho que tiene por hacer y el poco tiempo del que dispone para hacerlo, personas que no disfrutan de la vida porque se sienten estresadas. Pero, este tipo de personas suelen vivir confundidos creyendo que su situación de estrés es consecuencia de lo productivos que son, nada más lejos, son como la noria que da vueltas sobre sí misma.

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