sábado, 8 de febrero de 2014

Huertos urbanos

Grupo de vecinos en el huerto del barrio.

Hace un par de años que la ciudad de la Palmas de Gran Canaria ha puesto de moda ‘los huertos urbanos’. Los medios de comunicación se hacen eco del innovador proyecto del Ayuntamiento capitalino con titulares como: «Los huertos urbanos tomarán la capital como espacios ecológicos». La ecología es la ciencia que estudia a los seres vivos y su ambiente; respetar y no dañar el medio ambiente es el objetivo pero, al ciudadano le surge preguntas por la puesta en escena de tanto huerto urbano. ¿La finalidad es beneficiar?

Un huerto o huerta es un cultivo de regadío, muy frecuente en las vegas de los ríos por ser un tipo de agricultura que requiere riego abundante. Los principales cultivos de las huertas suelen ser las hortalizas, verduras y legumbres, y suelen recibir por ello el nombre genérico de cultivos hortícolas. Estos huertos necesitan recibir muchas horas de sol y contar con un buen suministro de agua; también hay que respetar el desarrollo natural de cada planta y prescindir del aporte de productos químicos.

Paradojas de la vida, mientras los campos de Gran Canaria están abandonados, la capital convierte algunos parques en huerta como algo innovador y moderno. Nuestros campos están de pena y la culpa es de ese departamento al que el Gobierno Canario le da por llamar ‘Medio Ambiente’, cuya función es la de destruir la agricultura y la ganadería, y por esa ‘no protección’ el paisaje que presenta el campo es desolador: seco y descuidado.

Medio Ambiente se ha convertido en el terror del campo, los labradores se han visto obligados a no trabajar ‘sus tierras’ porque se sienten vigilados. No se puede entender que un departamento que debería estar ayudando y apoyando al campo, lo que hace es perseguir a los labradores por arrancar hierbajos o por cortar una retama. Yo nací en el campo y puedo decir que no hay mayor protector para el campo que los labradores, ellos son los verdaderos conservacionistas, son los que cuidan y protegen el medio ambiente.
Mi niñez vivida en el campo es la mejor etapa de mi vida, ojalá todos los niños pudieran vivir en contacto con la naturaleza para poder adquirir conocimientos y sobre todo para criarse sanos respirando aire puro, corriendo libres, cortando el viento bajo el sol y la lluvia, envueltos en sonidos de trinos, balidos, mugidos…

Las tierras cultivadas presentaban un paisaje cambiante y hermoso, las malas hierbas eran arrancadas y las cabras y ovejas pastaban dejando todo limpio y eliminando el peligro de incendios en los calurosos veranos. Hoy no se puede arrancar los hierbajos porque puedes ser multado. Sé de esa extravagancia por personas que han sido amenazadas por limpiar y adecentar viejos senderos para poder andar por ellos.

Las tierras canarias ya no autoabastecen a los canarios, dependemos de barcos ‘plagados de plagas’ con productos insípidos sin olor ni sabor llegados de lejanas tierras. Frutos regados con lágrimas y sudores de gente explotada, ya se sabe, la ley de mercado: compro regalado, casi robando, para vender caro y el único beneficiado, el intermediario…

Al parecer, los impedimentos de Medio Ambiente van encaminados a preservar la biodiversidad. Esa es la justificación, pero puedo decir que en esos tiempos en que los campos se cultivaban y el ganado y los rebaños de ovejas pululaban por los montes limpiando todas las laderas, encontrábamos en abundancia todo tipo de hierbas medicinales que se criaban salvajemente. Por tanto, los labradores hacían su trabajo y la biodiversidad el suyo. Las plantas, pájaros y otras aves, reptiles e insectos en el medio cumplían cada uno con su cometido. Los labradores no interferían en el desarrollo natural de la biodiversidad.

Los campos canarios lloran de tristeza y los canarios miran al mar para ver llegar los barcos con las hortalizas que ellos podrían cultivar, y miran al cielo para ver si llegan los aviones con gente para poder servirles y ganarse las perras para comprar lo que traen los barcos; y si no llegan aviones no llegarán barcos y moriremos de hambre…
El negocio del turismo es el negocio del pan para hoy y hambre para mañana, y los gobiernos creyendo tener garantizada la gallina de los huevos de oro sembrando en el campo cemento y en los parques urbanos lechuga.

La labor de Medio Ambiente no puede ser la de ponerse en ‘medio’ para perjudicar al ‘ambiente’. No se puede entender que un gobierno esté para impedir que se cultiven los campos, limitar cosechas y cabezas de ganado. Ya es hora de que valoren los beneficios del pastoreo y del cultivo de la tierra, sepan que la tierra se vigoriza con cada cosecha y que el barbecho es perjudicial. No obliguen a que los campos estén improductivos, dejen el campo a los amantes que siembran con amor y cosechan con gratitud.

Dijo William Cowper: «Dios hizo el campo, y el hombre la ciudad». No más huertos urbanos, permitan labrar las tierras que están esperando dar frutos. Nuestros campos son hermosos y la mejor tierra no se ve porque la cubre la maleza. La tierra es nuestra casa, nuestra cuna y manta, sembremos semillas y recojamos las mieses antes de que nos entierren en ella, porque un día tendremos que regresar al hogar en busca de las raíces…

…El hombre cuando es de campo.
En el campo quiere morirse.
A la fuerza nunca lo apartes.
No le arranques sus raíces.
Ya no será un hombre libre.
Será como pájaro en jaula.
Ya no podrá respirar…
Si no huele a tierra mojada.


Fotografía: influenZia marketing, cc.

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