sábado, 9 de marzo de 2013

Ser mujer

Una madre juega con su hija.

Ha pasado mucho tiempo… Pasan siglos y más siglos, la tierra sigue poblada por el hombre: «mujer y varón los creó». Se suceden las generaciones paridas por mujer, mujer que engendra mujeres para seguir engendrando varones, y aunque parece que las civilizaciones han ido evolucionando y que han alcanzado cuotas de modernidad, te das cuenta que la bestia primitiva aún está viva y quiere imponer la fuerza para demostrar su superioridad. Paradojas de la vida, la mujer lo engendra y los cría para que luego le saque los ojos. Esa incomprensible sinrazón ha hecho que la mujer, ni siquiera en países democráticos, haya conseguido la integración plena porque la sociedad machista frena todo avance de libertad en igualdad y a día de hoy estamos en muchos temas como en tiempos pasados. ¡Increíble… No sé si es para reírse o para llorar, que a estas alturas de los tiempos la mujer tenga que andar reivindicándose!

Es indignante que las mujeres, todavía en muchas partes del mundo, sean ciudadanos de segunda clase con reducido acceso a los servicios sanitarios y a la educación, así como a las libertades más básicas… Son tantos los lugares donde es arriesgado nacer mujer que te desgarra el corazón saber de tanto maltrato y sufrimiento, porque los ‘machos gallitos’ se creen los reyes del universo y el falo es el cetro que los endiosa… Buscando información te das cuenta de lo aterrador de la situación para millones de mujeres y, por desgracia, son tantos los países del mundo que ser mujer supone un destino fatal, entre los malos los hay peores y en América latina el horror está en Haití.

En las barriadas de las afueras de Puerto Príncipe, las bandas organizadas de violadores son un hecho en la vida de muchas haitianas. Cerca de la mitad de las jóvenes y niñas han sido violadas o han sufrido agresiones sexuales, según cifras del informe de la ONU de 2006. Las ONGs explican que el problema no se toma en serio porque muchos haitianos, incluidos miembros de la policía y del sistema judicial, consideran que el sexo no consentido es violación sólo cuando la víctima es virgen. También difícil lo tienen en la India, el peor lugar de los países del Grupo de los 20 (G-20) para nacer mujer, donde la reciente violación y muerte de una joven estudiante ha conmocionado al país. Además, el 44,5% de las mujeres son desposadas antes de los 18 años: «Las mujeres y las niñas siguen siendo vendidas como bienes, desposadas a los 10 años, quemadas vivas por las disputas relacionadas con la dote y explotadas ​​como mano de obra esclava doméstica», así lo afirma el informe Rehman Gulshun. Es un milagro que una mujer sobreviva en India, ya antes de nacer corre peligro de ser abortada debido a la obsesión por los hijos varones. «Cuando es niña, se enfrenta al abuso, la violación y el matrimonio precoz, e incluso cuando se casa, puede ser asesinada por la dote. Y si sobrevive a todo esto, como viuda, será discriminada y no tendrá ningún derecho sobre la herencia o la propiedad».

Las políticas que promueven la igualdad de género, las garantías contra la violencia y la explotación y el acceso al sistema de salud convierten a Canadá en el mejor lugar entre los países del G-20 para ser mujer. Por el contrario, el matrimonio infantil y la esclavitud hacen de India el peor. Junto a Canadá, Alemania, Reino Unido, Australia y Francia ocupan los primeros cinco puestos de un ranking elaborado por 370 especialistas en políticas de género.

Estados Unidos ocupa el sexto puesto de la escala debido a cuestiones como los derechos reproductivos y el acceso al sistema de salud. Al otro lado de la clasificación, Arabia Saudí —donde las mujeres tienen acceso a la educación pero se les prohíbe conducir, o han obtenido el derecho al voto hace apenas un año— ocupa el penúltimo puesto, inmediatamente después de India y seguido de Indonesia, Sudáfrica y México.

Según el informe de Trustlaw, los derechos de la mujer son particularmente vulnerados en México, país con una extendida tradición machista, altas tasas de violencia física y sexual y grandes bolsas de pobreza, donde el acceso a los servicios de salud no son mejores que en algunos países de África.
Unas 300 mujeres fueron asesinadas con total impunidad en 2011 en Ciudad Juárez, en crímenes relacionados con el narcotráfico. Según los expertos que han participado en la elaboración de esta clasificación, es más importante que nunca proteger las libertades de las mujeres en un momento de agitación política en varias partes del mundo. Con políticas globales e informes de este tipo, quizás, algún día, los adolescentes indios dejen de creer que es correcto pegar a una mujer.

Los factores de riesgo van unidos a las guerras que causan estragos en las libertades y derechos de las mujeres; también las religiones, que se imponen con un marcado desprecio y maltrato hacia la mujer. Uno de los últimos informes muestra que el panorama de las mujeres en muchos países del mundo continúa siendo sombrío a pesar de la introducción de leyes y tratados sobre sus derechos. Cuestiones como la calidad de la sanidad, la violencia, participación en política, oportunidades laborales, acceso a la educación y a los derechos de la propiedad, trata de personas, violaciones y esclavitud, son puñales que se clavan en las entrañas de la mujer, entrañas que han parido a la humanidad.

Parece ser que los mejores países para ser mujer son: Islandia, Noruega, Australia, Canadá, Irlanda, Suecia, Suiza, Japón, Holanda, Francia. Y la lista de los peores está encabezada por Afganistán y siguen la República Democrática del Congo, Irak, Nepal y Sudan. Completan la clasificación Guatemala, Malí, las poblaciones fronterizas de Pakistán con Afganistán, Arabia Saudita y Somalia.

Es escalofriante y descorazonador conocer los datos de abusos, corrupción y asesinatos, también de abortos y prostitución. Por ejemplo, en Argentina se realizan 500.000 abortos clandestinos al año, en Brasil se estima que 250.000 niñas se dedican a la prostitución, en Turquía 3,8 millones de mujeres son analfabetas, en Rusia 14.000 mujeres mueren al año por violencia doméstica, en Sudáfrica se informó de 66.196 agresiones sexuales entre 2010 y 2011, y en Indonesia el 90% de las mujeres dicen sufrir acoso sexual en sus puestos de trabajo.

Noticias positivas las tenemos en Canadá donde el 62% de los graduados universitarios, en Reino Unido, el 22,3% de los jueces y en Australia, el 35,9% de los parlamentarios son mujeres. Sin embargo en España aún estamos en precario: la desigualdad lleva nombre de mujer. Los puestos importantes están en manos del varón y por el mismo trabajo el sueldo sigue siendo un 30% inferior. Mucho ‘blablá’ y poca ‘igual-dá’: después de tres décadas de democracia la mujer sigue relegada y tendría que trabajar tres meses más para cobrar el mismo salario que el varón.

No hay que ser feminista para defendernos. Yo defiendo a las personas en igualdad y en valores. Creo que no hay que poner cuotas de igualdad, sino dar oportunidades en igualdad. La dignidad de la persona no se puede pisotear con espejismos de superioridad y rayar en la indecencia y el vandalismo.

Ser mujer es la forma aparente de mi persona, no la elegí, me tocó, y a estas alturas de mi existencia estoy muy agradecida a la vida por darme la maravillosa oportunidad de aportar mi granito de arena a la humanidad. También agradecida porque he tenido a mi lado varones con valores y sentimientos que me han ayudado a vivir. Mi padre, un gran hombre que sentía adoración por su mujer. De él aprendí a amar y a respetar a mi madre, gran mujer, y mi marido, un hombre que me admira…

Es muy triste que un día sí y el otro también, nos lleguen increíbles noticias de crueldad contra las mujeres, sólo por el hecho de ser mujer. El maltrato sistemático sobre la mujer no es debido, ni al bajo nivel cultural ni al estatus social, se dan en palacios y en chabolas. Ese salvajismo no nos deja indiferentes porque nace de la misma brutalidad de un ser animal, ese que quiere amedrentar y oprimir para sentirse alguien.

Mis queridas mujeres, ¡somos especiales! Dios se miró en nosotras y nos otorgó el don de ser madres. Un placer ser mujer…

Fotografía: Thomas Hawk, cc.

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