Hombre… Humano… Persona. Hombre, seres vivos que nacen, crecen, se reproducen y mueren, igual que los animales y las plantas pero, con muchas y grandes diferencias. El hombre pertenece al reino animal pero dotado de dones; su racionalidad le da carácter humano y superioridad privilegiada, el animal aparece cuando se deshumaniza. Como humanos, reivindicamos todos los bienes básicos para la garantía de una vida digna que incluya a toda persona sin distinción por el simple hecho de su condición humana, independientemente de factores particulares como el estatus, nacionalidad, religión, sexo…
Los derechos humanos en el ordenamiento jurídico se consideran fuente del Derecho del denominado «derecho natural», y desde el punto de vista más relacional integrado entre la persona y la sociedad que permite jurídicamente al individuo ser persona identificándose consigo mismo y con los demás.
Los derechos humanos es el campo de batalla de los que luchan por la dignidad de las personas y los que la atropellan.
Son tantos los que se les llena la boca hablando de derechos humanos, y lo que por una parte supone esa defensa, la pisotea por otra; por ejemplo, políticos que salen a la calle tras una pancarta con un «no a la guerra» y su gobierno vende armas y manda soldados a las guerras de otros, esos mismos políticos iban acompañados por una marea de personas que gritaban «no a la guerra porque mueren niños». ¡Hipócrita! Si luego sales a gritar «sí al aborto, sí a la eutanasia» porque cada uno es libre de mandar en su vida… Luchemos por la vida digna y plena, por los derechos humanos de todo ser humano. El ser humano comienza en cada mujer y en cada varón y nadie puede decidir sobre la vida de nadie porque ni siquiera es dueño de su propia vida.
Hace un tiempo escuché que una madre reclamaba para su hijo preso por asesinato, una serie de derechos y pedía tenerlo lo más cerca de su casa para visitarlo con frecuencia, a esa exigencia le contestaba otra madre:
De madre a madre
Vi tu enérgica protesta delante de las cámaras exigiendo la reagrupación de presos hacía cárceles cercana. Vi como te quejabas de la distancia que te separa de tu hijo y las consecuencias económicas para visitarlo. Vi la cobertura mediática que dedicaron a la manifestación y el soporte solidario de otras personas así como de organizaciones y sindicatos populistas y entidades en defensa de los derechos humanos. Yo también soy madre y puedo comprender tu protesta e indignación. Enorme es la distancia que me separa de mi hijo, trabajo mucho y gano poco, idénticas son las dificultades y gastos para visitarlo, que con mucho sacrificio puedo ir los domingos porque trabajo hasta los sábados, para mantener al resto de la familia. Si aún no me reconoces, yo soy la madre de aquel joven que se dirigía al trabajo. Con su salario me ayudaba a criar y mandar a la escuela a sus hermanos menores, y que fue asaltado y herido mortalmente a balazos disparados por tu hijo. En la próxima visita, cuando tú estés abrazando y besando a tu hijo en la cárcel yo estaré visitando al mío en el cementerio y depositando flores en su tumba. ¡Ah! Se me olvidaba: ganando poco y sosteniendo la economía de mi casa, a través de los impuestos que pago, tu hijo seguirá durmiendo en un colchón y comiendo todos los días. O dicho de otro modo: seguiré sosteniendo a tu hijo malhechor. Ni a mi casa, ni al cementerio vino nunca ningún representante de esas ONGs, que tan solidarios son contigo, para darme apoyo, ni para dedicarme unas palabras de aliento. ¡Ni siquiera para decirme cuáles son MIS DERECHOS!
¡Escalofriante! Cuánta razón lleva esta madre… Tras estas situaciones uno se revela y se cuestiona los derechos y cierta solidaridad. Quizás es hora que entre todos podamos revertir estos valores, valores mal entendidos que existen en nuestra sociedad. ¿Por qué en este país los delincuentes, ladrones, terroristas y corruptos tiene más derechos que los ciudadanos honrados y trabajadores, que sólo queremos vivir en paz? ¡No hay derecho!
Sí, hay que reclamar… «¡LOS DERECHOS HUMANOS PARA LOS HUMANOS DERECHOS!»
Fotografía: dominique cappronnier, cc.
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