miércoles, 3 de marzo de 2010

Nuestro idioma: ¿castellano o español?

Diccionario de la Lengua Española.


El español se habla en 22 países y muchos hablantes dicen sentirse confundidos, por el hecho de que a su idioma el «Español», le sigan denominando, el «Castellano» si quién vela por la lengua es: «La Real Academia de la Lengua Española».

La capacidad de hablar es una de las facultades que nos diferencian de los demás animales. Hay mamíferos y aves que se comunican mediante un «idioma» hecho con unos cuantos sonidos, pero el lenguaje humano es mucho más rico y está altamente desarrollado. Una lengua es una forma de organizar los sonidos para expresar ideas. El lenguaje humano se fue desarrollando a lo largo de los siglos, y de ahí que se hablen tantos idiomas en la actualidad. Los idiomas pueden agruparse en familias de origen común.

En el mundo hay unos cinco mil idiomas, subdivididos en muchísimos dialectos o formas locales de los idiomas.

El idioma (del latín idiōma, y éste del griego ιδίωμα, «peculiaridad», «idiosincrasia», «propiedad») o lengua es un sistema de comunicación verbal o gestual propio de una comunidad humana. En la práctica, los idiomas son un conjunto de sistemas muy similares entre sí, llamados dialectos o más propiamente variedades lingüísticas, mutuamente inteligibles. La determinación de si dos de esas variedades son parte o no del mismo idioma es más una cuestión socio-política que lingüística. Un idioma o lengua oficial es el establecido como de uso corriente en documentos oficiales, en la Constitución u otros instrumentos legales de un país y, por extensión, en sus territorios o áreas administrativas directas. Es el idioma de uso oficial en los actos del gobierno o en los actos y servicios de la administración pública, en la justicia y el sector privado. También puede ser, sin que exista obligación legal, la lengua de instrucción y enseñanza oficial en el sistema educacional público e incluso privado.

El idioma oficial está ligado fuertemente a la definición de Estado-nación. Para muchos, un Estado se define en términos lingüísticos exclusivos frente a otras comunidades. Esto dio origen a dos fenómenos en el nacionalismo de la última mitad del siglo XIX: el idioma español se extiende hoy por todo el planeta; es la segunda lengua más importante del mundo y la tercera más hablada, con 400 millones de hablantes nativos.

El castellano, tal como hoy lo conocemos, es fruto de un proceso de decantación de más de un milenio, a lo largo del cual las diversas lenguas de los habitantes de la Península Ibérica se fueron modificando por influencia de los invasores romanos, godos y árabes. Hacia el final del siglo XV, con la unión de los reinos de Castilla y Aragón, que extendieron su dominio sobre la mayor parte de la península, la lengua de Castilla —el castellano— se fue imponiendo sobre otros idiomas y dialectos y cruzó el Atlántico a lomos de los descubridores, conquistadores y misioneros. Esta lengua también se llama castellano, por ser el nombre de la comunidad lingüística que habló esta modalidad románica en tiempos medievales: Castilla. Existe alguna polémica en torno a la denominación del idioma; el término español es relativamente reciente y no es admitido por los muchos hablantes bilingües del Estado Español, pues entienden que español incluye los términos valenciano, gallego, catalán y vasco, idiomas a su vez de consideración oficial dentro del territorio de sus comunidades autónomas respectivas; son esos hablantes bilingües quienes proponen volver a la denominación más antigua que tuvo la lengua, castellano entendido como «lengua de Castilla».

En los países hispanoamericanos se ha conservado esta denominación y no plantean dificultad especial a la hora de entender como sinónimos los términos castellano y español. En los primeros documentos tras la fundación de la Real Academia Española, sus miembros emplearon por acuerdo la denominación de Lengua Española.

En España se hablan además el catalán y el gallego, idiomas de tronco románico, y el vasco, de origen controvertido y, yo añado… ¿y el guanche? Cuando el castellano se extendía por todo el territorio, conquistando, masacrando y exterminando, también se masacró y exterminó la lengua de los guanches. A día de hoy conocemos muy poco de nuestra lengua ancestral, ya que solamente se ha podido rescatar algunas frases y palabras, pero nos puede dar una idea de cómo vibraría y sonarían en nuestras cuevas y montañas…

Mi opinión personal es, que la lengua que hablamos hoy en día no tiene que ver con la lengua castellana cuna del español universal. No tengo más que leer, por ejemplo, a San Juan de la Cruz, para darme cuenta que ese no es mi idioma, porque casi no entiendo esa lengua extraña. Yo diría que siento lo mismo que si leyera el gallego o catalán, por eso digo que —no es por llevar la contraria a nadie— «yo no hablo el castellano, yo hablo el español». España habla el español, y la gente que hable como quiera…, en inglés, gallego, catalán, etc.

Pronto tendremos en nuestras manos, después de once largos años de arduo trabajo, el nuevo diccionario de la lengua española, y ese diccionario nos va alejar aún más de la cuna del castellano, ya que se incluyen palabras inventadas por diferentes grupos sociales y es de justicia que se denomine: ES-PA-ÑOL.

Espero que en este nuevo diccionario desaparezcan palabras o definiciones de agravio comparativo (varón-mujer), sexistas o machistas…

El masculino está muy arraigado, lo tenemos como ejemplo en el ámbito familiar y escolar. Siempre hablamos en masculino, de niños y ahí incluimos a las niñas… «Tiene seis hijos» sin clarificar género, cuando lo correcto sería decir «tiene cuatro hijos y dos hijas». También en las aulas siempre hay alumnos… «Hay treinta alumnos» en lugar de decir «hay quince alumnas y quince alumnos». Ahora que para error ofensivo, cuando escuchas decir a una madre: Tengo tres «varones» y dos «hembras», y se quedan como si nada. Es decir que los hijos son personas y las hijas son sexo. ¡No, señora! usted tiene varones y mujeres.

En más de una ocasión he tenido que intervenir para hacer ver el grave error y el perjuicio que nos ocasiona a las mujeres esa inocente definición.
Como ejemplo de agravio comparativo: el diccionario define que poeta es el que escribe poesía, pero los varones, porque por el mismo hecho de escribir poesía la mujer es poetisa. Está claro, el diccionario está supervisado por varones, por lo tanto, aquí se ve un menosprecio que esconde connotaciones machistas. Yo siempre digo que soy poeta y si me dicen que la mujer es poetisa, me niego.

Ahora que para revolución de la lengua lo de la ministra de Igualdad, Aído, con lo de sus «miembros» y «miembras». Es lo que yo digo, esta cartera se creo para destruirlo todo, no hay logros ni éxitos: desprecio a la vida y revolución del idioma.
Los políticos cuentas con asesores, que cobran hasta más que ellos, deben de asesorarles e instruirles sobre la corrección del lenguaje para que no cometan esos disparates tan disparatados… Repasemos algunas reglas gramaticales.

En español existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es «atacante», el de salir es «saliente», el de cantar es «cantante» y el de existir, «existente». ¿Cuál es el del verbo ser? Es «el ente», que significa «el que tiene entidad», en definitiva, «el que es». Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación «nte».

Así, al que preside, se le llama «presidente» y nunca «presidenta», independientemente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción.
De manera análoga, se dice «estudiante», no «estudianta»; se dice «independiente» y no «independienta»; «paciente», no «pacienta»; «dirigente», no «dirigenta»; «residente», no «residenta».

En el periodismo, dado a dar titulares llamativos e impactantes, cometen garrafales errores gramaticales, y los políticos no digamos las patadas que le propinan a la lengua cada vez que abren la boca. Yo me pregunto: ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la gramática de la Lengua Española? Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hacen más ignorantes.

La palabra país (del francés «pays») puede referirse a un estado, una nación o a una región. Es el principal sinónimo de estado nacional: un área geográfica y una entidad políticamente independiente con su propio gobierno, administración, leyes, la mayor parte de las veces una constitución, policía, fuerzas armadas, leyes tributarias y un grupo humano. Por lo general, entendemos como País a un Estado o Nación, es correcto referirnos a España en los tres términos. Ahora bien, a mí me llama la atención ver con qué naturalidad se ha aceptado que en España una comunidad autónoma, Vascongadas, se denomine País Vasco y, tanto los políticos como la Casa Real y en las noticias, periodísticas así lo definen y no pasa nada. Sin embargo, si yo digo que soy del País Canario ¿estoy diciendo un disparate?

Decir que la riqueza del español radica en el número de acepciones de una simple palabra, —lo que dificulta su aprendizaje— también una simple coma puede cambiar el significado de una palabra.

Estoy deseando tener en mis manos el nuevo diccionario para ver cuanto ha engordado, también para darme cuenta de cuanto ha crecido y cuanto se ha enriquecido la lengua española. Diccionario imprescindible y necesario para resolver dudas, aprender, corregirnos y documentarnos.
Lengua… Palabra viva, que lleva tantos mensajes. Al hablar, habla tu tierra… Tu tierra que también es madre.

Fotografía: Real Academia Española, cc.

No hay comentarios :

Publicar un comentario