Gandhi: “La paz no es la ausencia de conflicto, sino la
capacidad de afrontarlo”.
En tiempos de conflictos, turbulencias y cambios constantes,
encontrar la paz interior parece una misión imposible. Es difícil encontrar paz
en tiempos angustiosos, el secreto, aseguraba Gandhi, no está en la ausencia de
problemas, sino en la capacidad que tenemos de gestionarlos.
Es posible que el mensaje de Gandhi sea ahora tan necesario
como lo fue en su momento. Nacido en India, Mohandas Karamchand Gandhi
presenció en su tierra y en Sudáfrica, donde vivió entre 1893 y 1915, la
violencia y la discriminación del sistema colonial. Y lo enfrentó. También promovió valores como la
verdad, la austeridad y la armonía interreligiosa.
Aunque Gandhi fue también un ejemplo de paz interior. Porque
como dice el filósofo y colaborador de Cuerpomente Rafael Narbona, “solo nos
ganamos el derecho a ser felices cuando obramos éticamente”. Una vida incómoda,
pero alineada con tus principios, siempre será mejor que una vida cómoda pero
inmoral.
El mensaje de Gandhi para la paz: “La paz no es la ausencia
de conflicto, sino la capacidad de afrontarlo”, dice una famosa cita atribuida
a Gandhi. Una de las muchas que nos dejó. En un país, en un estado, la paz
absoluta parece imposible. Lo importante es cómo se gestionan los conflictos,
tanto internos como externos. Si se hace por la vía democrática y pacífica,
avanzamos hacia el progreso. Si, por el contrario, nos acercamos a la
violencia, estamos retrocediendo.
Pero el mensaje de Gandhi toma una nueva dimensión en estos
tiempos inciertos que vivimos. Porque, como explica para Cuerpomente la
psicóloga Paula Sastre Valverde, “el mundo parece estar enloqueciendo, y
nosotras con él”.
“Cada día, muchas personas abrimos los ojos y, casi sin
pensarlo, lo primero que hacemos es mirar el móvil. Un gesto automático que nos
expone a una avalancha de realidades que nos atraviesan”, explica la experta,
que ha observado que en los últimos meses la ansiedad por el contexto político,
social y bélico de nuestro mundo ha aumentado.
“La exposición a la desgracia y el dolor del mundo tiene un
precio, y lo estamos pagando con nuestra salud mental”, asegura. El problema,
como señala la psicóloga, es que, si bien el mundo siempre ha sido hostil en
muchos sentidos, nunca antes habíamos estado tan expuestas a la información. “Antes,
dedicábamos un momento concreto del día a leer el periódico, ver las noticias o
escuchar la radio. Hoy, sin embargo, no somos nosotras quienes vamos a la
información. Es la información la que nos persigue, sin tregua, a cada paso. Desde
su perspectiva, ha llegado un punto en el que “no estamos simplemente
informadas, estamos saturados y emocionalmente involucradas”.
“Hay un camino entre el bombardeo constante y el exilio
emocional”, asegura Valverde, que comprende que caer en la indiferencia o
anestesiarnos ante los conflictos y la violencia no es una buena opción. Para
ella, la clave es encontrar “un lugar intermedio donde podamos informarnos sin
desbordarnos, conectar sin rompernos”.
Poner límites a la exposición. Es complicado, pero debemos
hacer un esfuerzo por dosificar la información. Como explica la especialista de
Somos Estupendas, “no necesitas estar informada todo el día. Elige un momento
del día para informarte y luego desconecta”. La experta también recomienda
elegir “medio fiables y evitar titulares sensacionalistas diseñados para
impactar más que para informar”.
Ve más allá del titular. Para reducir el impacto del punto
anterior, es importante no quedarnos siempre con el impacto del titular, sino
que investiguemos y profundicemos en la pieza periodística. “Muchas veces los
titulares están diseñados, no para contar la realidad, sino para impactar y generar
miedo y confusión. Entender de verdad y la realidad de lo que pasa, también
reduce la ansiedad”, afirma Valverde.
Tanto en las relaciones como en la comunicación mal
intencionada, la mentira tiene el poder de enfangarlo todo. El sensacionalismo
y la manipulación mina la información veraz, por eso tenemos que tener la
capacidad de discernir para que el impacto no transforme la emoción en una
acción confusa. Lo mejor es centrarse en aquello que sí entendemos y no
dejarnos llevar de los manipuladores de turno. Actuemos al puro estilo de lo
estoicos. “Compartir tiempo y aficiones con quienes nos quiere, cuidar a las
personas de tu entorno…”, responde la psicóloga, “cuando hacemos algo, por
pequeño que sea, dejamos de ser espectadoras pasivas del dolor, para
convertirnos en activos valiosos”.
"No le demos poder a lo que nos quita la paz"...
Fotografía: Internet

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