martes, 1 de julio de 2025

Rezar es un acto de fe y devoción

 


Rezar es orar, orar es hablar con Dios nuestro Padre. El término rezar viene del latín re-citāre​ el cual usa el prefijo 're' que significa repetición y citāre que significa citar, mientras orar viene del latín orāre que significa 'de forma oral', por otro lado, plegaria precaria,​ en latín significa petición.

"Al rezar, el hombre habla y el cielo escucha, y al meditar, el hombre escucha y el cielo habla". La oración, rezo o plegaria es la acción por la cual una persona se dirige a una divinidad o una persona sagrada.​ Las características y a quien va dirigida la oración están basados en la fe del individuo que realiza dicha actividad. Creer es un acto de fe, y la fe es algo íntimo y personal.

Las oraciones cristianas son diversas: la oración más común entre los cristianos es el "Padre Nuestro", que, según los relatos evangélicos, es como Jesús enseñó a rezar a sus discípulos. 

Rezar es una práctica milenaria que ha estado presente en diversas culturas y tradiciones religiosas. Para muchas personas, es un acto de fe y devoción, una forma de conectar con lo trascendental y de encontrar consuelo en momentos de dificultad. Sin embargo, desde la psicología, que una persona rece cada día puede tener un impacto significativo en la salud mental y emocional de quienes lo practican. Más allá de la religión, el acto de rezar todas las noches antes de dormir, puede entenderse como una forma de introspección, autocuidado y regulación emocional, ya que tiene un impacto significativo en la forma en que una persona procesa sus emociones y enfrenta el día a día.

Desde una perspectiva psicológica, rezar implica la repetición de palabras, pensamientos o reflexiones que pueden inducir un estado de calma y relajación. Este proceso, similar a la meditación, favorece la reducción del estrés y la ansiedad, lo que puede traducirse en un bienestar emocional a largo plazo. Además, la oración nocturna permite establecer una rutina de cierre del día, lo que puede ayudar a mejorar la calidad del sueño y a generar una sensación de gratitud y esperanza. 

A continuación, exploraremos los principales efectos psicológicos de que una persona rece cada día y su importancia en el equilibrio mental y emocional. Desde la psicología, puede interpretarse como un ejercicio de introspección. Al tomarse unos minutos para reflexionar sobre el día, las emociones y los pensamientos, las personas pueden identificar sus preocupaciones, logros y retos. Esto fomenta una mejor comprensión de sí mismo y puede contribuir a un crecimiento personal significativo.

Qué significa que una persona rece cada día. Diversos estudios de la Universidad de Psicología de la UBA han demostrado que la reflexión nocturna ayuda a reducir la rumiación, un fenómeno psicológico asociado con la ansiedad y la depresión. Al expresar pensamientos en forma de oración, se canalizan las preocupaciones y se obtiene una sensación de alivio. En este sentido, el rezar se convierte en una herramienta de autoobservación que permite gestionar mejor las emociones diarias.

Reducción del estrés y la ansiedad. Rezar también tiene un efecto directo en la reducción del estrés. Según un estudio publicado desde la Universidad Máximo Gómez Báez, de Cuba, las prácticas espirituales y meditativas ayudan a disminuir los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Este hallazgo respalda la idea de que el acto de rezar genera un estado de tranquilidad y bienestar.

El mecanismo detrás de esta reducción del estrés radica en la atención plena que se genera al rezar. Cuando una persona se concentra en una oración o en la repetición de palabras significativas, su mente se aleja de pensamientos negativos y se enfoca en el presente. Esta práctica es similar a la meditación, lo que la convierte en una herramienta eficaz para mejorar la regulación emocional.

Beneficios para la calidad del sueño. La relación entre la oración nocturna y la calidad del sueño también ha sido objeto de investigación. Un estudio del Instituto Europeo de Neurociencia destaca que los rituales de reflexión y oración antes de dormir pueden mejorar la conciliación del sueño y reducir episodios de insomnio. Esto se debe a que el rezar induce un estado de relajación y serenidad que facilita el descanso.

El sueño es esencial para la salud mental y física, y establecer una rutina nocturna de oración puede contribuir a una mejor higiene del sueño. Al enfocar la mente en pensamientos positivos y en la gratitud, se reducen las preocupaciones que pueden interferir en el descanso nocturno.

Fortalecimiento de la resiliencia emocional. La resiliencia emocional se define como la capacidad de afrontar las adversidades y salir fortalecido de ellas. Que una persona rece a diario puede fortalecer esta habilidad al proporcionar un espacio para la expresión de emociones y el desarrollo de una actitud positiva frente a los desafíos de la vida.

Desde la psicología positiva, se ha visto que las prácticas espirituales pueden generar mayor bienestar y optimismo en las personas. Esto se debe a que la oración fomenta el desarrollo de una mentalidad esperanzadora, lo que ayuda a enfrentar las dificultades con una perspectiva más equilibrada.

Conexión social y apoyo emocional. Aunque rezar es una práctica individual en muchos casos, también puede fomentar un sentido de conexión social. Participar en grupos de oración o compartir este hábito con familiares y amigos fortalece los lazos interpersonales y genera una sensación de comunidad. La repetición de frases o mantras durante la oración también actúa como un mecanismo de autorregulación, brindando una sensación de control y paz interior.

Desde la perspectiva psicológica, el apoyo social es un factor clave para la salud mental. Estudios han demostrado que las personas que cuentan con redes de apoyo emocional tienen una mayor capacidad para afrontar el estrés y la ansiedad. En este sentido, que uno rece no solo beneficia a nivel individual, sino que también puede mejorar las relaciones interpersonales y el sentido de pertenencia.

También se ha demostrado que rezar en la noche cumple un papel importante en la autorregulación emocional. Para muchas personas, rezar no solo implica pedir o agradecer, sino también ordenar sus pensamientos y procesar las situaciones vividas durante el día. La expresión de pensamientos y sentimientos a través de la oración ayuda a procesar mejor las emociones negativas, promoviendo una mayor estabilidad emocional. Este hábito genera una sensación de calma y control, lo que contribuye a reducir la ansiedad y el estrés acumulado.

Otro aspecto importante que destaca la psicología es el vínculo entre la oración y la gratitud. Al rezar, muchas personas toman un momento para reflexionar sobre los aspectos positivos de su vida, lo que fortalece la actitud de agradecimiento. La gratitud, a su vez, está asociada con una mejor salud mental y mayor bienestar emocional.

Más allá de sus efectos en la mente, rezar es también un acto de fe que fortalece la conexión espiritual de una persona. La psicología sugiere que quienes tienen una creencia firme y la expresan a través de la oración tienden a experimentar una mayor sensación de propósito y significado en sus vidas.

Todos los hombres están llamados a la comunicación con Dios. Por la creación, Dios llama a todo ser desde la nada a la existencia. Incluso después de haber perdido, por su pecado, su semejanza con Dios, el hombre arrepentido sigue siendo imagen de su Creador. Conserva el deseo de Aquel que le ha creado y le busca con confianza. La persona que reza se dirige con confianza al Padre para agradecer y para pedir fuerzas que ayuden a seguir avanzando por el sendero de la verdad que salva.

Dios llama incansablemente a cada persona al encuentro misterioso de la oración. Dios es el que toma la iniciativa en la oración, poniendo en nosotros el deseo de buscarle, de hablarle, de compartir con Él nuestra vida. La persona que reza, que se dispone a escuchar a Dios y a hablarle, responde a esa iniciativa divina. "¡Señor! Yo pongo en tus manos mi vida y mi esperanza".

Cuando rezamos, es decir, cuando hablamos con Dios, el que ora es todo el hombre. Para designar el lugar de donde brota la oración, las Sagradas Escrituras hablan a veces del alma o del espíritu, y con más frecuencia del corazón: Es el corazón el que ora y el alma la que reza.

El corazón es nuestro centro escondido, sólo el Espíritu de Dios puede sondearlo y conocerlo. Es el lugar de la decisión, en lo más profundo de nuestras tendencias psíquicas. Es el lugar de la verdad, allí donde elegimos entre la vida y la muerte. Es el lugar del encuentro con Dios, de la relación personal entre Dios y cada uno de nosotros. ¡Ven Espíritu Divino!


Fotografía: Internet


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