viernes, 22 de noviembre de 2013

Lecciones magistrales

El juez de menores Emilio Calatayud impartiendo una conferencia.


Lección magistral: técnica de comunicación utilizada por el formador para presentar, de manera sintética, secuencial, motivadora y precisa, los aspectos claves de los contenidos fundamentales de un curso mediante la exposición oral, con o sin apoyo audiovisual. Especialmente indicada para los objetivos de conocimiento o de saber.

De lecciones magistrales, con un verbo demoledor, podemos calificar las intervenciones de este padre de familia y Juez de Menores de Granada, Emilio Calatayud Pérez, sobre lo que implica tener hijos. Este campechano magistrado, nacido en Ciudad Real, es conocido por sus sentencias ejemplares. El ‘padrazo’ lleva unos veinte años concediendo segundas oportunidades. Su fórmula es la menos habitual pero ha resultado ser la más efectiva ya que ha logrado bajar la delincuencia juvenil en Granada y los delitos se pagan sirviendo a la sociedad. En la justicia que él imparte no cabe la venganza, tampoco la condescendencia sin más. «El que la hace la paga, está claro, pero ahí no nos podemos quedar… Yo estudio mucho qué es lo que ha llevado a un chaval a ser delincuente» explica. Es duro pero aplica bien la ley de menores y se arriesga… El resultado, habla por sí mismo: con sus sentencias educativas ha conseguido el propósito de recuperar a los chavales prestando servicios en beneficio de la comunidad. Peculiares sentencias para el que delinque…

El Juez, junto con el equipo de sociólogos, psicólogos y educadores, lleva el seguimiento de cada chaval hasta su total recuperación y su reinserción en la sociedad, y a veces ocurre el milagro de la redención. Es lo que dice, y quiere creer, el juez Calatayud. Su fórmula: justicia y sentido común. Si maltratas a un sin techo, repartirás comida entre indigentes; si pegas a otro chaval porque te miró mal, limpiarás cristaleras de edificios públicos para que sepas de verdad lo que es que te miren mal; si te gusta prender fuego, te irás de turno con los bomberos; si infringen las leyes de tráfico, acompañas a las patrullas que vigilan las carreteras; si eres analfabeto aprendes a leer…

En una de sus últimas intervenciones públicas disertó sobre el aumento de casos de violencia de hijos a padres, y mostró su preocupación sobre la situación: “Sin duda. La violencia de hijos hacia sus padres es un delito que está subiendo como la espuma, y nos tiene muy preocupados y atareados”, y no se puede decir que la educación tenga nada que ver, se da más en clase media alta: «Más bien yo creo que lo que falla es que los padres no saben poner límites ni decir no. No se habla de deberes de los niños, sólo de sus derechos, y también hay muchos padres que les consienten todo; eso hace que los propios chavales puedan llegar a perder el control y eso lleva a una situación desesperada para algunos padres porque los niños se están convirtiendo en los sheriffs de la casas, y si no se hace lo que ellos quieren se comportan de manera violenta».
«Los padres han perdido toda la autoridad; por eso la justicia debe dar respuesta a ese problema. Hoy en día, la mayor parte de esos chicos se pueden reconducir, aunque todavía existen muchas contradicciones legales a la hora de abordar estas situaciones».
«En este país hemos confundido dar un cachete con el maltrato, e incluso se ha modificado el artículo 155 del Código Civil, en el que se decía que los padres podían corregir razonable y moderadamente a sus hijos. Ahora, los padres están un poco desamparados e indefensos, porque los hijos conocen muy bien sus derechos pero se les habla poco de sus deberes, y eso hace que se crezcan. La Justicia tiene mecanismos para resolver estos problemas, pero camina más lenta que la sociedad, y muchas veces se regulan casos cuando se ha producido un hecho. Tenemos un sistema bueno, pero también es muy garantista».

Hay cierto incremento de denuncias de los hijos hacia los padres porque se le escapa un cachete o un insulto. Los padres ya no pueden «corregir moderada y razonablemente» como rezaba el artículo del Código Civil; esas acciones tenían cierto respaldo legal, aunque siempre estaba como último recurso. Hoy, mejor no utilizar el ‘recurso’ porque te cuesta la cárcel y, mientras unos psicólogos te aconsejan marcar límites, otros te advierten del daño traumático que puede ocasionar decir no.
Hemos pasado de lo permitido al delito: los castigos físicos durante años consentidos han dejado paso a una generación de chavales que no conocen límites y no toleran la frustración. Y eso lo reconocen abogados, padres, profesores, psicólogos, pedagogos… «Muchos adolescentes, cuando no están conformes con los límites que les imponen los padres y estos les dan una bofetada, les denuncian. Eso llega a los tribunales, a veces con fundamento y otras no», asegura Juana Balmaseda, abogada de la subcomisión de violencia de género. Lo peor no es el dolor de la bofetada, sino el hecho de que «un niño denuncie a su padre. Es, desde el punto de vista familiar, una forma deficiente y muy dolorosa de manejar el conflicto. Eso acarrea tremendas consecuencias».

Estamos de acuerdo que educación y diálogo son las claves para evitar el conflicto, pero, «hoy muchos padres se ven sin armas, indefensos, para dar pautas educativas. Los padres no podemos dejarnos chantajear por los hijos ni educarlos con miedo, tienen que ejercer su autoridad. Si un adolescente quiere salir hasta las tres de la madrugada y amenaza con denunciar al padre porque no le deja, quizá ese padre tenga que decirle: Pues ahora vamos los dos a la Policía», defiende Javier Urra, psicólogo y director del programa para padres e hijos en conflicto ‘Recurra’. «Una bofetada no es eficaz ni resulta pedagógica, pero una bofetada a destiempo nunca se puede equiparar a maltrato», opina.

La sociedad actual, influenciada por los medios, ha perdido los principios fundamentales, lo básico para convivir y relacionarse, y eso repercute en el ambiente familiar. Pienso que todo es debido a la falta de valores y las consecuencias de la falta de respeto nos presenta un panorama desesperante para los padres que, impotentes, ven como sus hijos les insultan y hasta les golpean. Chicos que sabiéndose protegidos por las leyes imponen la suya. Casos sangrantes… Es alarmante el aumento de denuncias de padres a hijos maltratadores; es una de las decisiones más difíciles, pero si estás desesperado e impotente al ver a tu hijo convertido en un déspota, egoísta, sin valores, sin respeto, ni educación, un sinvergüenza que te amenaza, te intimida y te reta, ¿qué otra cosa puedes hacer?

No es noticia que el perro muerda al hombre… Los padres tienen que perder el miedo y denunciar. Es la medida más dolorosa pero la más acertada para poder canalizar y recuperar una convivencia sana… Las causas de los comportamientos agresivos son variadas, los expertos aconsejan actuar en cuanto se perciba que el rol de autoridad ha variado. El estilo educativo actual es muy permisivo y de ‘tuteo’. Un padre no es un amigo y eso tienen que tenerlo claro los hijos, saber qué lugar ocupa y respetarlo. El diálogo y la implicación de tareas y responsabilidades son factores que ayudan a empatizar y a no ser tan egoístas y egocéntricos…

Hechos reales que puedes leer en internet. Un hermano, cansado del sufrimiento que ocasionaba su hermana a la familia, decidió hablar ocurrida la tragedia. Su padre con un infarto por culpa del maltrato de una hermana. Todos en la casa sufrían su cólera; su madre ocultaba su drama, quizás le daba vergüenza contarlo o por protegerla… Nadie podía sospechar lo que se escondía tras esa chica inteligente, vivaracha, ‘doña perfecta’. La voz cantante de las reuniones. La niña ideal, que saca las mejores notas, que te gana con buenas palabras, con sonrisa abierta y amable, pero cuando llega a la casa se transforma en un ser inhumano y según ella, tú la provocas. La ira apaga el brillo de sus ojos y la familia vive aterrada bajo el dedo amenazante, vomitando insultos.
Siempre que sabes de ciertos comportamientos, que ni sospechas, te sorprende que tras ese rostro dulce en la calle no se deje entrever esa otra personalidad oculta… Los expertos dicen estar alarmados con el alto grado de agresividad que muestran las chicas.

«Ahora puedo entender los secretos de ciertos silencios…»

Ojalá, nadie tenga que sufrir al ver a un hijo de tus entrañas convertido en un ser bestial, pero si ese es tu caso, denúncialo. Denunciar suele acabar bien… Ya Sócrates (470-399 a.C.) decía: «Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros». Y John Ruskin dijo: «Educar a un niño no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía».

Fotografía: IES Manuel García Barros a Estrada - Pontevedra, cc. Desaturada de la original.

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