Frente a mí está el Pinar,
en una noche serena,
y en el cielo limpio y claro
bailan luceros y estrellas.
A mí me baña la luna
por mis caminos amados,
donde mis padres y yo,
fuimos nacidos y criados.
Andando por mis caminos
veo marcadas las huellas,
que me atraen como imán
y me amarran a mi tierra.
Tierra donde mis raíces
brotaron en una cuna:
con las nanas de mi madre
y de mi padre, la ternura.
Aún siento aquel calor
y el abrazo de mi cueva.
Lo llevo en mi corazón,
guardado hasta que muera.