domingo, 22 de septiembre de 2013

Los más perseguidos

Un hombre enjaulado.

El cristianismo es la religión más perseguida del planeta. Quien dice esto es el periodista Fernando de Haro que denuncia abiertamente las persecuciones de los cristianos en la actualidad en muchos lugares del mundo. Relata sobre el peligro y las dificultades de ser cristiano, una realidad sangrante y preocupante. El rostro y la tragedia de las persecuciones las recoge en su último libro ‘Cristianos y leones’ (Ed. Planeta).

Dice Fernando de Haro, que la persecución de los cristianos se ha convertido en un drama de dimensiones colosales. Se calcula que alrededor de 100.00 cristianos pierden la vida cada año por causa de su fe en algún punto del planeta. «Es una de las mayores tragedias de este comienzo del siglo XXI y tiene las dimensiones de las grandes persecuciones de los tiempos de Diocleciano en el siglo IV o del estalinismo del siglo XX», comentaba el periodista durante la presentación del libro.

En su publicación, el director de ‘La mañana del fin de semana’, de la Cadena Cope, pone rostro a este drama. «No quería que fuera solo un relato con datos sino la historia de aquellas personas que prefirieron el tesoro de su fe antes que su propia vida». Entre ellas, destaca, por ejemplo, el caso de Asia Bibi que permanece desde 2009 en una prisión en Pakistán después de haber sido condenada a muerte por negarse a abjurar de su fe. «Escribir este libro ha supuesto una verdadera conmoción porque te vas ensimismando con la historia de estos personajes que no son de ficción. Esta gente ha encontrado algo que vale tanto la pena que está dispuesta a dar la vida», comentó el autor.

Pese a las dimensiones de esta tragedia —«el cristianismo es la religión más perseguida del planeta»—, la historia de violencia de la que son víctimas cientos de miles de cristianos alrededor del mundo pasa inadvertido para la inmensa mayoría de la sociedad y de los medios de comunicación. El autor considera que la causa de este silencio está en las reducciones ideológicas. Preguntado sobre si los grandes medios evitan hablar de la persecución religiosa, opina que «la persecución religiosa está silenciada en los grandes medios porque lo encajonan como ‘carpeta religiosa’. A los medios de derecha estas cosas les interesan poco y a los medios de izquierda les parece que no tiene relevancia social», y añadió que «la izquierda no se termina de creer que una persona pueda morir a causa de su fe y la derecha ha construido un cristianismo sin Cristo».

La humanidad de la fe. El periodista, hace un recorrido por los países en los que más se atenta contra la libertad religiosa. Él ha estado en muchos de los países de los que habla, como por ejemplo China, Corea del Norte, Iraq o Nigeria. Relata en primera persona sus vivencias y recordó que «estos cristianos siempre son perseguidos donde hay algo en juego». Según explicó, los cristianos están en el punto de mira porque «su vida incomoda a quienes tienen el poder y por eso quieren erradicar su presencia».

Para este periodista, profesor y escritor, «la persecución explica mejor que muchas otras cosas en qué consiste el cristianismo». «Son cristianos sencillos, pacíficos y llenos de perdón. Ese es el tipo de humanidad que genera la fe y la única capaz de resistir al poder».

Y yo añado que, donde no nos persiguen por ser cristianos, estamos rodeados de lobos con piel de cordero. Esos ‘falsos profetas’ intentan embaucarnos con su elixir de la felicidad bajo el juramento de estar en poder de la verdad y con la promesa de que no seremos defraudados…

Hoy te encuentras por todas partes enjambres de charlatanes afanados en poseer tu voluntad y la pena es que la gente se abandona a merced de sus ‘profecías’. A estos ‘resabidos’ Jesús les diría las mismas frases que ya dijo hace dos mil años: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros blanqueados, por fuera deslumbran pero sin embargo, el interior espanta…!»
Esta frase sigue resonando a lo largo de la historia. A Jesús le duelen las entrañas y como diría Jeremías: «¡Se resquebrajan las telas de su corazón! al ver al pueblo desnutrido, hambriento de Dios y de verdad, alimentándose sólo con migajas porque sus dirigentes se han abrazado a la falsedad con tal fuerza, que se han hecho mentirosos con el padre de la mentira».

Además de hipócritas, Jesús los denomina ‘guías ciegos’. No es ceguera físico pero sí por sus delirios de grandeza, fruto de sus frustraciones y de sus desvaríos. Su ego no acepta que otros acierten en su elección y que puedan sentirse bien consigo mismos. Por eso, ellos tienen que vociferar para crear dudas e inseguridades y sus argumentos puedan ser aceptados. Estos cantamañanas escépticos siembran la incertidumbre y los adeptos ponen en tela de juicio la existencia de Dios porque ‘tal vez no exista’ pero, estos hombres tan pagados de sí mismos, nunca podrán poner en tela de juicio la existencia de Dios.

Cuando alguien se acostumbra a vivir de apariencias entra en una espiral de falsedades en la que una maldad sucede a otra como si estuvieran encadenadas. Hoy la mayoría de la humanidad vive esclavo de sus propios ‘principios’ que no llevan a ningún fin, todo se cuestiona y la incertidumbre desata dudas y miedos…
No hay mayor satisfacción que poder elegir libremente lo mejor para disfrutar de una rica vida interior y, siendo conscientes de nuestras limitaciones, alcanzar a valorar y agradecer cada nuevo amanecer para llevar una existencia placentera, vibrando y palpitando al son del ritmo de la naturaleza, vibrando y sintiendo el latido de la paz y la armonía que sosiega… No hay mayor satisfacción que vivir siendo humildes y generosos, el Libro del Sirácida nos dice: «Hazte pequeño en las grandezas humanas… No corras a curar la herida del cínico, pues no tiene cura, es brote de mala planta…»

Cuando un hombre no quiere, se empecina en no dar su brazo a torcer; se aferra a mil razones para mantenerse en sus trece, aun cuando sabe perfectamente que ha cruzado la línea que lleva al entendimiento, entrando así en el campo de la mentira.
Las ambigüedades nacen de los corazones reacios a la verdad. Esa obstinación conduce a un letargo sobresaltado pero, a la mínima, hay que estar a la defensiva para sostener argumentos que se tambalean. En el Evangelio se nos recuerda de la absoluta necesidad que todos tenemos de un saneamiento total del corazón; basta tener presente esta catequesis del Señor Jesús: «De dentro del corazón del hombre salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, avaricias, maldades, envidias, injurias… y toda clase de perversidad…»

Hoy se pretende ser cristiano a la carta, a capricho, y cuando conviene, demandan un servicio a gusto del consumidor porque un día nos apetece dar una fiesta para hacer un reportaje de fotos. Lo triste es que esa ambigüedad la transmiten a sus hijos como un valor.
La fe no es un valor de ‘quita y pon’: la fe es la manera de tener lo que esperamos y el medio para conocer lo que no vemos; es una realidad que hay que cultivar constantemente, por eso, hagamos que crezca la semilla de la fe porque los cristianos tenemos que estar abiertos al mundo, amándolo y transformándolo…

La historia del cristianismo está regada de sangre de mártires y, todavía hoy, ser cristiano puede costarte la vida porque los intolerantes y prepotentes siguen imponiendo la sinrazón. Mejor dieran un vuelco a tanta rutina y amarre. Líbrame Señor de tanto aparato externo y de tanto escaparate en el que se pasean las vanidades envenenadas con falsedades.

Dicen que la sabiduría no está en el conocimiento, sino en la vivencia de nuestras vidas. Sabiduría la de Mahatma Gandhi que decía: «Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso. Si yo ofendiera a la gente, dame el valor de disculparme y si la gente me ofende, dame valor para perdonar». ¡Señor, si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí! Yo me uno a este ruego…

Fotografía: Alexey Druzhinin, cc.

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