Cuando se apaga la vida…
el leño sigue encendido.
Del leño queda su llama
alumbrando en el silencio,
de seres que aún comparten
ascuas prendidas en el pecho.
No habrá nadie que las borre.
No las apaga ni el viento.
Un viento que no apaga, arde,
avivando más el fuego.
Fuego de calor amable,
sin cenizas ni humo de invierno.
Lo que está vivo ¡no muere!
No muere lo que es eterno.