Zapatero tuvo un sueño y lo hizo realidad… Soñó con un país donde no existieran desigualdades, que los hombres: varones y mujeres, fueran todos “hombres”, que el sexo no fuera motivo de discriminación y para demostrarlo, como de un desvarío, en un abrir y cerrar de ojos (las leyes se hacen a caprichos), creó leyes para pisotear valores. Soñó con un ministerio de «igual-dá» y puso al frente a una joven sin experiencia en nada para que no actuara influenciada por la sabiduría de la vida.
La Ley de Igualdad es la ley del despropósito. Solamente decir, «Ley de Igualdad» suena a que algo no está funcionando bien y efectivamente así es y así sigue…
El gobierno se sacó de la manga una cartera, la llamó Ministerio de Igualdad, nombró a Aído (ahijada de Chávez) ministra de «igual-dá». ¿Por qué y para qué esa cartera? ¿Cuánto nos ha costado a los españoles Aído, sus secretarias y secretarios —por eso de la igualdá— y sus asesores? Con la crisis que padecemos… La única que se ha beneficiado de esa “cartera” ha sido ella. Ha vivido momentos de gloria, ha tocado el poder, ha engrosado su patrimonio y, lo impensable para cualquier trabajador español pero lo mejor para ella es, que aún quedándole por delante, como es obligatorio para cualquier trabajador español, una «vida laboral» de cuarenta años, ya se queda cobrando de por vida un pensión millonaria vitalicia… Pero es lo que yo digo, la igualdad «igual-dá». En todo tiempo y lugar, unos nacen con estrellas y otros estrellados.
Este ministerio-misterioso y su ministra, no se puede decir que pasó haciendo el bien ya que, desde su aparición hasta su desaparición, los españoles estamos más pobres: una, porque nos costó y nos costará mucho dinero y otra, porque ha barrido y nos ha dejado sin valores.
Para comprobar lo de la «igual-dá», solamente tenemos que comparar su sueldo con el de millones de mujeres españolas. Lo que sí que da vergüenza es que a estas alturas, con tanta democracia, igualdad, avances y progresos, las mujeres, a igual trabajo, cobran hasta un 40% menos que los varones.
No me refiero, porque no es el caso, al sueldo que le pagamos a Aído, ese es muy suculento. Hay mujeres que se esfuerzan y trabajan sin descanso por un sueldo mísero ¿Dónde está la igualdad? ¿Cuánto tiempo más necesitará este gobierno para solucionar este grave problema? ¿Para qué este ministerio? Supuestamente para acabar lo antes posible con las desigualdades y con los abusos e injusticias, pero no, parece que están muy ocupados en fomentar desigualdades y queda demostrado con esa política rastrera que nos aboca, irremediablemente, a la perdición. No hay nada peor que no sentirte protegido y en igualdad.
Para acabar con los abusos urge reformar, y no se ha hecho, la «Ley de la Clase Trabajadora». Los empresarios tienen mucha manga ancha y los trabajadores no cuentan con el amparo necesario para que no se den tropelías. Los trabajadores —Aído diría «y trabajadoras»— necesitan más protección frente al gigante empresarial. Los trabajadores deben estar en igualdad de oportunidad e igualdad de sueldo. Debería estar tipificado como delito la discriminación que sufre la mujer, y no digamos si se le ocurre quedar embarazada, seguro será despedida (de los embarazos nacen los «machitos»)…
Es injusto que un derecho impere o sea pisoteado por otro y según la Constitución, todos tenemos los mismos derechos y obligaciones y los legisladores están para que los derechos se cumplan. Pero cuando ves que el gobierno es el primero que incumple e incluso se aplaude por aprobar una ley donde un derecho prevalece sobre otro, es más increíble… Estamos perdiendo el raciocinio y echando por tierra los valores, la dignidad y los principios fundamentales de la humanidad. Esto se hace evidente con “la ley del aborto”. Es escandaloso ver cómo se hacen leyes para amparar un asesinato. Es escalofriante la desprotección e indefensión de un inocente.
Cómo se puede hablar del derecho de la mujer, ¿y el derecho del niño? Y ¿El derecho del padre? La mujer, claro que tiene derecho, derecho a elegir si quiere o no tener un hijo pero el aborto no es un método anticonceptivo. El aborto es un crimen. Si no quieres hijos… ¿Por qué no tomas precauciones en tus relaciones sexuales?
Nadie les prohíbe que tengan relaciones sexuales, ni nadie les obliga a que tengan hijos si no quieren, pero… si no quieres hijos hay métodos para que no engendres. Hay que tener poca sensibilidad para, amparándose en una ley, creer que no hacen nada grave. Grave es esa ley y muy grave quien comete ese delito.
No me cabe que esa ley sea para regular y controlar, cuando la ley debe estar para controlar que eso no pase y quien cometa ese tipo de delito, que pague por ello.
Con estas actuaciones y estas leyes injustas y desproporcionadas, estamos transmitiendo a los adolescentes poco respeto por la vida, y cuando la vida no se respeta se echan por tierra todos los valores fundamentales que nos hacen seres sensibles y nos humanizan, porque un ser insensible es un robot sin control.
Hoy en día los adolescentes están desorientados, no tienen un camino claro. Ni siquiera ven en los padres un referente que les guíe, y no se fían de los mayores porque también están confundidos y sin convicciones, por eso han perdido el respeto por todo. Les hemos dado a entender que hagan lo que hagan «no pasa nada». Viven convencidos de que sus hechuras no van a tener consecuencias porque les respaldan las leyes, y lo peor es que muchos jóvenes creen que no hay más ley que la que ellos imponen. Debemos inculcarles desde la familia, la escuela y el gobierno, que nuestros hechos nos pueden acarrear consecuencias y, por tanto, somos responsables de todos nuestros actos y debemos cargar con las consecuencias.
El sexo no es un juego, es un acto de responsabilidad y que trae consecuencias irreversibles. Las personas insensatas e irresponsables deben saber que no se puede ir por la vida pisoteándolo todo y no pasa nada. Esa sensación de yo hago lo que me da la gana porque a mí nadie me dice nada debe ir cambiando, hay que orientar desde todos los estamentos por el bien de la sociedad y del país.
También desde este ministerio de «igual-dá» se ha sembrado confusión en algo que estaba, está y estará bien clarificado. Me refiero a que las personas nacemos con la naturaleza implícita.
El sexo viene asignado y manifiesto en el cuerpo, pero parece ser que el cerebro, en algunos casos, no acepta ese registro y crea un conflicto de identidad personal en el individuo, aunque por lo general, desde fuera, lo que se percibe en estos colectivos es una fuerte atracción por el mismo sexo. A mí se me escapa y me puede parecer algo increíble, pero yo no puedo valorar si es un capricho, una enfermedad, un desorden, un vicio, una moda…
Sólo sé que no sé nada, pero sé que la naturaleza es sabia y que todo está en un orden dentro del orden.
Sin embargo, Aído, en cuestión de meses, aprobó leyes de igualdad que deben tener diferenciación, porque no es igual aunque parece lo mismo. El fin justifica los medios, algunas veces, pero hay que diferenciar la diferencia. Un matrimonio es la unión entre una mujer y un varón, porque por su condición natural podrán tener hijos y formar una familia y esto es y debe ser sagrado. Ahora bien, que queremos recoger nuevas tendencias o necesidades, ¡vale! Creamos un nuevo registro, con todos los derechos garantizados para las nuevas opciones. Yo respeto la opción de cada cual, ahora bien, la opción es libre pero la naturaleza debe prevalecer por su propio curso natural y no se puede denominar natural a lo que no lo es.
Con respecto a la sexualidad estamos en un momento caótico y de gran confusión. Si estaba claro y fácil: niña y niño, mujer y varón y no había más, pero es que ahora…
Dos amigas se encuentran y una pregunta a la otra:
—¡Oye! ¿Tú hija ya dio a luz?
—¡Es verdad que no te lo había dicho! Sí… y todo salió bien gracias a Dios.
—¿Y qué fue?
—Un niño, pero todavía no sabemos el sexo.
—¡Muchacha! Pero si está claro, es un machito.
—Pero ¡qué anticuá eres! Lo que te quiero decir es que no sabemos el sexo, porque puede ser…¿heterosexual, bisexual, homosexual, transexual, asexual, metrosexual…?
—Pero…¿Qué me estás diciendo? Vaya lío…¡Ahora sí que estamos arreglados…!
Lo que sí está claro es que este ministerio ha sido un espejismo, no ha tenido claro lo que estaba claro y tampoco ha hecho ni ha arreglado nada que sea constructivo para el país, y si no, al tiempo.
Fotografía: La Moncloa.
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