sábado, 19 de junio de 2010

Cada uno es lo que piensa

Una mujer pensativa mira a través de la ventanilla de un tren.


Cada persona es un mundo, con su historia, sus tragedias, sus penas, sus frustraciones, sus sueños rotos y sus miserias…

Cada uno es lo que piensa, lo que siente, lo que vive, lo que come, lo que lee y lo que lleva escrito en sus genes. Todo influye y nos impregna, pero será nuestro carácter quién adopte lo que más le identifique y manifestará abiertamente sus tendencias personales.

Dicen que no hay dos personas iguales porque cada persona es especial; única e irrepetible. Aunque sí que nos podemos identificar con pensamientos y criterios de otros. También puede haber afinidad en cuanto a creencias, experiencias e inquietudes. Podemos constatar en las relaciones amorosas y de amistad, e incluso en el núcleo familiar, que a la vista nos muestran una armonía en aparente sintonía, pues fácilmente nos podemos engañar, porque hasta en dos gotas de agua encontramos grandes diferencias.

No tenemos más que observar a un grupo de hermanos. Nacidos de los mismos padres y educados con los mismos parámetros, te pueden sorprender las enormes diferencias en valores y modo de actuar, como de la noche al día.

Alguien dijo que uno es lo que piensa y lo que siente: mente y corazón. Investigaciones reciente han llegado a la conclusión que las bacterias y microbios no son los enemigos más perniciosos y temidos para el organismo humano, sino los pensamientos y las palabras, y que el remedio terapéutico más eficaz es el AMOR.

Sabemos que el cerebro no para de trabajar, incluso cuando descansamos, nunca toma vacaciones. El cerebro es la computadora que dirige el organismo y controla todas las funciones, conscientes e inconcientes. Está constantemente, día y noche, ordenando, equilibrando, guiando, creando… Los pensamientos se activan en el cerebro, y a cada pensamiento el cerebro segrega sustancias y esa reacción química es diferente con cada pensamiento. No es lo mismo la química frente al enamoramiento que la química corrosiva frente a la ira.

Esas sustancias segregadas por el cerebro se llaman neuropéptidos, que son recepcionadas por las células y afectan, para bien o para mal, al sistema inmune. Por eso decimos que el cerebro manda y que la mente ejerce todo el poder sobre las personas. Pensemos solidariamente y con responsabilidad.

Uno es lo que piensa porque lo que se piensa afecta a la persona y domina a la persona, y para que no nos afecte, tenemos que estar por encima de los pensamientos. Ese don o capacidad de poder controlar los pensamientos, nos ayudará a canalizar las emociones, ya que podría verse afectado el sistema inmunológico con nuestros conflictos internos… como si no tuviera bastante con estar alerta frente a tantos ataques bacteriológicos.

Los pensamientos dañinos envenenan el alma, las células se debilitan y son presa fácil de cualquier agente nocivo y enfermarán. Pues sabiendo que nuestro sistema inmune está condicionado por los pensamientos, pensemos en positivo. Los malos pensamientos arruinan la salud y las relaciones.

Es tal la fuerza que tiene la mente sobre el individuo, que si te propones morir, te mueres. Se cuenta que en las tribus de indios americanos, los mayores cuando piensan que les ha llegado la hora, son llevados a las montañas para morir, donde en un aparente abandono y en soledad se entregan al sueño eterno.

También sé de un médico que para su investigación puso en práctica una teoría científica. El experimento es impresionante y con él pudo demostrar claramente, el poder que ejerce la mente sobre las personas. Un varón con una grave enfermedad en fase terminal se prestó a llevar a cabo la prueba definitiva. El experimento consistía en extraer al enfermo toda su sangre y al quedarse sin sangre, moriría. Cuidaron todos los detalles, pincharon al paciente y pusieron bajo su cama un recipiente donde caería, gota a gota toda su sangre. El sonido de cada gota sería escuchado, porque ahí iba el mensaje, su cuerpo se quedará sin sangre y él iba a morir. Así sucedió, el enfermo consciente de que cuando sus venas quedaran secas, irremediablemente moriría, escuchaba el sonido de cada gota que caía, hasta que el ritmo de la gota se fue alargando hasta quedar en silencio, en ese momento su pensamiento acepta la realidad y muere.

Muere porque su pensamiento así lo aceptó y lo ordenó, y ese hombre murió sin haber perdido ni una gota de su sangre. Él no sabía que la gota que escuchaba caer no era su sangre, sino agua. El experimento era sonoro, ya que el paciente tenía que escuchar el tintineo de cada gota, en este caso de agua. La prueba tenía una mentira, su cuerpo no iba a perder ni una gota de su sangre, pero el agua nos iba a demostrar una realidad increíble, el verdadero poder de la mente que creyó y ordenó.

Ese era el experimento, dar a conocer que el poder del pensamiento no tiene límites, es tanta su fuerza que nos conduce hasta la muerte. ¡Impresionante! El cerebro aceptó el reto y el pensamiento hizo el resto.

El pensamiento nos abre mil puertas para la imaginación, mundos de realidad y fantasía, de sueños y de fábulas, pero también tiene su parte más tenebrosa, inquietante y diabólica. En más de una ocasión he escuchado decir: «Me tengo miedo, me puede la mente».
Creo que se puede hacer un ejercicio de autocontrol si dejamos que actúe el corazón. Sin sentimientos, el corazón es como una isla aislada que se hunde. Un corazón sin amor.

«La felicidad en la vida depende de la calidad de mis pensamientos, y cuando la vida te presente mil razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones por las cuales sonreír, piensa que la sonrisa es la única línea curva que lo endereza todo. Siente el pensamiento, piensa el sentimiento».

Cada uno es cada uno y yo soy como soy… por genética, por creencia y valores éticos y morales, por enseñanzas y educación y porque he elegido ser como soy. Sólo Dios, nadie más sabe lo que siente, lo que piensa y lo que quiere y guarda mi mente y mi corazón… Dios conoce hasta lo escondido de los hombres y ahí en lo escondido, he encendido una luz por si alguien por maldad, pretendiera apagar lo que he recorrido por caminos iluminados…

Fotografía: Camil Tulcan, cc.

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