Huyó un día y ella la seguía, dos días y ella la seguía… Al tercer día ya sin fuerzas, la luciérnaga paró y le dice a la serpiente:
—¿Puedo hacerte tres preguntas?
—No acostumbro a dar este precedente a nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar —contestó la serpiente—.
—¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
—¡No! —contestó la serpiente.
—¿Yo te hice algún mal?
—¡No! —volvió a contestar la serpiente.
—Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo?
—¡¡Porque no soporto verte brillar!!
Eso es la envidia… A veces nos hemos visto envueltos en situaciones donde nos preguntamos, ¿por qué me pasa esto a mí? Si yo no he hecho nada malo, ni daño a nadie.
Hay quien no soporta ver brillar a los demás, pero el deber de uno es seguir siendo como es, seguir dando lo mejor y haciendo lo mejor. No podemos permitir que nos lastimen y nos hieran, hay que seguir brillando y nadie podrá tocarte, porque tu luz seguirá intacta. Hay que seguir siendo auténtico aunque la luz moleste a los predadores.
«Tres pavesas encienden el corazón del humano: el orgullo, la envidia y la avaricia».
Dante.
Bruyére, dijo «La envidia y el odio van siempre unidos, se fortalecen recíprocamente, por el hecho de perseguir el mismo objetivo».
Si la envidia fuera tiña, muchos estuvieran teñidos. Dicen, que en España la envidia es el deporte nacional y algo de razón llevan, porque en España se da muy bien criticar a los demás. Aunque todos estamos tan expuestos a la crítica como a la gripe.
La envidia no siempre es fácil detectarla ya que casi siempre se esconde detrás de una persona aparentemente amable y cercana, o con un aura lejana, pero quienes conocen bien a esa persona, sí que pueden percibir un cierto nerviosismo en su comportamiento e incluso, pueden notar por momentos que están algo inquietos y temblorosos… Claro, lo que lleva en su mente es inquietante y quieren ocultar sus bajos instintos. Actúan sin sentimientos y afloran las miserias emocionales para poder llevar a cabo su vil plan, porque ya tienen calculado que todo les va a salir bien.
Los celos… La envidia es una patología que llega a amargar la vida hasta convertirla en una horrible pesadilla. Quién la sufre y padece no sabe que ellos mismos son sus propios enemigos y lo peor es que no se dejan ayudar, porque el afectado, el envidioso eres tú y no ellos. Los envidiosos me dan pena.
Por desgracia, hay mucha gente cegada por el mal de la envidia y su vida la han convertido en un infierno. Lo más triste es que quieren arrastrar con ellos a los que están a su alrededor, los convence hasta hacerles participe del plan obsesivo, ya sea contra un hermano, compañero o vecino, juntos van a por ella. Para hundirla se rodean de mentiras, levantarán falsos testimonio, injurias y calumnias, y con la mentira van sembrando la duda. Entre los allegados tratarán de llamar la atención y la empatía con llantos y lágrimas falsas, y para ganarse tu lástima se creará y fingirá enfermedades: las taquicardias y los ataques de ansiedad son los más socorridos y su enfermedad tiene siempre un culpable… Su cinismo es tan grande que dicen sufrir por lo tanto que quieren… Pero, lo único que quieren es hundir sin compasión.
El que se acuesta con la mentira, se levanta con su desgracia… Esas personas son muy astutas, te engancharán psicológicamente. Si eres presa fácil y te dejas atrapar, estarás a su merced y a su antojo, porque para ellos lo importante es interpretar su papel y para hacerlo creíble se trazan un plan con el único propósito de ir de víctima y cargar sobre la persona señalada toda su ira, su rabia y toda su desgracia, y para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada.
Sólo las personas que conozcan la mente humana, serán capaces de desenmascarar la farsa y quitarle la careta. También puede descubrirlo el envidiado, pero entonces, el rabioso se volverá más agresivo y más dañino. Más vengativo y peligroso. Desearía que los envidiosos encontraran a personas adecuadas para que le ayuden. Especialistas en comportamiento que puedan hacerles ver que sus actitudes hablan y el mal que sufren tiene un nombre y necesitan ayuda para corregirse, controlarse y curarse. Ojalá esas personas encuentren pronto su medicina, porque la gente que sufre ese mal no son capaces de aceptarlo y solos no podrán controlar y canalizar sus sentimientos. No podrán hacer desaparecer los espejismos que los atormentan y no podrán disfrutar libremente sin sentirse amenazados por fantasmas creados por ellos mismos.
La historia nos relata la terrible tragedia de dos hermanos, Caín y Abel. Caín vivía lleno de envidia al ver a Abel feliz. Abel era muy servicial y estaba siempre sonriente y con alegría ofrecía lo mejor a Dios y a los suyos, por eso era muy querido por todos. Al no soportar ver feliz a Abel, Caín lleno de envidia, ira y rabia —porque todo se une— trazó un plan perverso. Con engaño llevó a Abel a un lugar apartado para matarlo. Así fue, pero Caín creyó que nadie lo iba a ver, sin pensar que Dios todo lo ve por mucho que te alejes y te escondas, y aún con las manos manchadas de sangre, Dios le preguntó por su hermano… Caín vivía atormentado antes del crimen, pero después de matar a su hermano ya no tuvo paz en su alma, ni en su conciencia, ni en su corazón.
«Dos cosas me admiran: la inteligencia de las bestias y la bestialidad de los hombres».
Flora Tristán.
A veces, al ver en lo que se convierten los humanos cegados por la avaricia, el orgullo, la rabia, la envidia… llegas a pensar que «Los monos son demasiados buenos para que el hombre pueda descender de ellos». Friedrich Wilhelm, filósofo alemán.
«Si eres paciente en un momento de ira, escaparás a cien días de tristeza».
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