El ejercicio del escritor es llenar de historias páginas en blanco. Los relatos y las novelas se nutren de la ficción y de la vida real que nos toca vivir, unas veces en carne propia y otras en carne ajena, pero para contarlo mejor hacerlo en primera persona. El diálogo es más íntimo y directo. Entre el escritor y el lector existe una línea imaginaria que los conecta y al narrar o relatar cualquier acontecimiento o historia tiene que existir la cercanía e intimidad entre el escritor y el lector —un tú a tú—, para que sea más personal, ya que las historias personales nos sensibilizan y conectan directamente con las emociones.
Willian Shakespeare decía: «Yo siempre me siento feliz, ¿sabes por qué? Porque no espero nada de nadie; esperar siempre duele». La vida es corta, por eso ama la vida, sé feliz y siempre sonríe. Sólo vive para ti y recuerda: antes de hablar, escucha; antes de discutir, respira; antes de criticar, examínate; antes de escribir, piensa; antes de herir, siente; antes de odiar, ama; antes de rendirte, intenta; antes de morir, ¡VIVE!