Soy aquella niña risueña y alegre
de larga melena rubia como el trigo,
peinada de rizos y tirabuzones
hechos por mi madre con paciencia y cariño.
Me críe arropada entre montañas,
bajo un cielo limpio y transparente;
entre cantos y vuelos de pájaros,
con olor a flores y campos verdes.
Entre gente sencilla y buena
con manos encallecidas
del sabio y duro trabajo,
de labrar y cultivar la tierra.
Dentro de una familia numerosa,
humilde, religiosa y honrada,
los hermanos crecimos contentos
con amor y cariño del alma.
Añoro esa vida del campo:
las costumbres y la sana alegría,
de la gente la solidaridad
y convivir en perfecta armonía.